El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
Mejoramiento, excelencia académica y fin de la selección 177 «…fue tremendamente desgastante porque era una presión, porque nosotros teníamos eva- luaciones ministeriales, pruebas que venían del ministerio, entonces teníamos plazos para cumplir unidades, y había que darle, darle, darle» (entrevista grupal, profesores de aula). Para otros docentes, los cambios propuestos, aunque efectivamente significaban una mayor exigencia, fueron razonables y mejoraron el proceso de enseñanza-aprendizaje. En términos concretos, los cambios efectivamente significaron mayores exigencias en el trabajo pedagógico. Además del cumplimiento de metas mínimas en las pruebas ministeriales, se exigió reflexión pedagógica y planificación, elaboración de material, evaluación constante y sistematización de procesos, prácticas que, pese a los destacados resultados académicos del establecimiento, no estaban institucionalizadas y requerían, especialmente al inicio del proyecto, transformar la cultura pedagógica de la organiza- ción, instalar la cultura de la evaluación y convencer a los profesores. En ese proceso algunos docentes se mostraron convencidos desde el principio, pero otros mostraron resistencias o se fueron convenciendo después de un tiempo: «Para nosotros las pruebas de unidad, teníamos que tener resultados sobre el ochenta por ciento de logro, es decir cada vez que aplicábamos una prueba de unidad, si teníamos más del ochenta por ciento de logro, estaba bien, estaba alcanzada la meta, si teníamos inferior a eso, estábamos como obligados a ir revisando qué había pasado en la unidad, y coincide, cuando por ejemplo un profesor me dice ‘no, no le voy a dar tanta importancia’ y sus resul- tados bordeaban el sesenta por ciento de logro (…) y ahí finalmente al ser sometidos a una evaluación estandarizada me dice, o sea al año siguiente, me dice ‘pucha parece que estaba equivocado en mi forma de pensar’; yo le dije, ‘a lo mejor sí, a lo mejor no’, o sea fue un riesgo (…) y claro, ahí ya, tú te vas dando cuenta que hay otro profe que se suma, hay otro profesor que se va sumando» (jefa de UTP). Desde la jefatura técnica se instaló además una cultura de monitoreo constante y evaluación. Las pruebas ministeriales se transformaron en el principal instrumento de la gestión pedagógica para evaluar los aprendizajes y la cobertura curricular, y la comu- nidad docente se abocó a trabajar para cumplir las metas de logro establecidas por estas evaluaciones. Estas pruebas eran desconocidas por los docentes del liceo, ya que las aplicaban supervisores externos. Cuando el ministerio dejó de aplicarlas, el liceo optó por continuar, ya que les permitía monitorear la cobertura del currículum y anticipar los eventuales resultados en las pruebas Simce, dado que los resultados en ambos instru- mentos habían estado siempre muy correlacionados, a juicio de la jefatura técnica. De acuerdo a su apreciación, cuando los estudiantes lograban más del 80% en los resultados de las evaluaciones de unidad en ambas asignaturas, sus puntajes en el Simce se situaban sobre los 300 puntos promedio con el 80% de logro en nivel avanzado. Se instaló además la práctica de evaluar el aprendizaje de los alumnos clase a clase como forma de monitorear el proceso, a fin de detectar dificultades, progresos y diferen- cias entre ellos. Esta práctica también permitía llegar mejor preparados a las pruebas de unidad:
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