El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
172 Loreto de la Fuente, Rocío Díaz -Se abstienen y es limitada porque existe como… una… sobrevaloración de lo meramente académico entonces lo que son actividades extras se comprenden simplemente los talleres y después eso como que no pasa… el resto» (alumnos). T rayectoria reciente del liceo (2011-2017) El efecto de una política externa: la conversión en Liceo Bicentenario (de) Los Ángeles Hasta 2010 aproximadamente, el liceo no había sido objeto de ninguna estrategia de política pública que apuntara a modificar o intervenir el proceso de enseñanza-apren- dizaje. La política educativa había intervenido en la generación de «condiciones para», pero no en el proceso pedagógico mismo. Posteriormente, bordeando la década de 2010, la SEP y el PIE permitieron atraer recursos humanos y materiales, aunque sin apuntar a cambiar la cultura pedagógica del liceo. En 2011, por iniciativa del sostenedor, el liceo se acoge al programa Liceos Bicen- tenario, situación que implica un cambio respecto del vínculo que históricamente había tenido la institución con las políticas educativas. En el discurso de los distintos actores entrevistados, este programa emerge como un hito que marca un cambio en múltiples dimensiones del quehacer educativo y que pone en tensión la identidad del liceo y las prácticas educativas que se aplicaban regularmente. Si bien el programa venía a reafirmar la condición de excelencia del liceo, su implementación significaba intervenir la gestión pedagógica y el trabajo docente. A nivel nacional, este programa comenzó a implementarse en 2010 y acogió a 60 liceos del país, con los que buscó formar una red de establecimientos de excelencia aca- démica con equipos directivos y docentes fortalecidos. Para formar parte de esta red, los establecimientos tenían que postular elaborando un proyecto pedagógico. Una vez aco- gida la postulación, el programa se formalizaba a través de un convenio a diez años entre el establecimiento y el Mineduc, en el que se comprometían resultados destacados en las pruebas Simce y PSU, así como la aplicación de evaluaciones («pruebas ministeriales» o «pruebas de unidad») para medir el logro de los niveles de aprendizaje comprometidos. Los liceos adscritos recibían asistencia técnica de profesores especialistas, además de ca- pacitaciones y seminarios destinados especialmente a directivos y a docentes de Lenguaje y Matemática, materiales y guías de trabajo. El liceo entró en 2011 a la primera etapa del programa y fue uno de los dos que ocu- paron la modalidad de “ampliación”, que corresponde a liceos que presentaban resulta- dos destacados con anterioridad a su implementación, a los cuales se exigía incrementar la capacidad de atención de alumnos (Carrasco, Gutiérrez, Bogolasky, Rivero, & Zarhi, 2014). En consecuencia, se tomó la decisión de reincorporar los niveles de 7° y 8° básico al proyecto educativo 3 , con lo cual se esperaba aumentar la matrícula aproximadamente 3 El liceo había tenido estos dos niveles de enseñanza básica hasta la década de los noventa, pero los eliminó para la postulación al proyecto Montegrande.
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