El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

perfiles institucionales en enseñanza media 151 ofrece vacantes de 1º medio para el 30% de sus alumnos de octavo –las que hasta 2015, asignaba según rendimiento–; en el otro anualmente repiten en promedio un 10% de los alumnos de media y cerca de un 9% se retira, lo que se suma a que el liceo explíci- tamente orienta a sus estudiantes de 8º, 1º o 2º medio que no tienen la determinación de continuar estudios postsecundarios a cambiarse a un liceo TP; el tercero, además de tener un alto porcentaje de repitencia, tiene un sistema piramidal en que parte con cinco 1º medios y termina con tres, abandonando los de peor desempeño y conducta. Al mismo tiempo, para gestionar la diversidad de sus alumnos estos liceos aplican diversas formas de agrupamiento interno, ya sea extendidas o focalizadas en algunas materias, todas basadas en el rendimiento académico. Por ejemplo, en el Bright College, hasta hace poco los cursos se ordenaban desde 1º básico por habilidad lectora y notas, mientras en el liceo Canelo, solo para preparación de test estandarizados, se agrupan los estudiantes por desempeño. Simbólicamente, la selectividad en el proceso y el agrupa- miento interno permiten a estos establecimientos sustentar modelos academicistas que otorgan a sus estudiantes cierta noción de mérito. En los últimos años, los tres liceos han comenzado a implementar medidas de apoyo a los estudiantes más desaventajados, como asignar los mejores profesores a los cursos de peor rendimiento o incorporar el programa PIE en media. La ley de inclusión, en el mismo sentido los ha obligado a incorporar prácticas menos excluyentes. El Bright Co- llege por ejemplo, además de definir el 30% de alumnos que permanecerán en la media a través de un sorteo, está eliminando gradualmente el ordenamiento académico interno que aplicaba desde 1º básico. Con todo, estas medidas no terminan directamente con la selectividad descrita, que constituye uno de los núcleos de su gestión y explica en parte sus trayectorias de alto desempeño. Preparación para las pruebas estandarizadas En términos curriculares, las pruebas estandarizadas no son consideradas sólo como indicadores del logro académico de los alumnos, sino que orientan y organizan de ma- nera importante el trabajo pedagógico y curricular de estos liceos en las áreas evaluadas. Así, el foco más notorio de estos establecimientos es preparar las mediciones SIMCE y PSU, manifestándose claros casos de estrechamiento curricular. En los tres liceos, es común el trabajo orientado en base a contenidos y formas de evaluación de estas medi- ciones, el remplazo de algunas asignaturas por más tiempo dedicado a lenguaje y mate- mática, la utilización de horas de libre disposición o de horarios de extensión financiados por SEP en talleres de reforzamiento obligatorios, y la oferta de talleres de libre elección para preparar la PSU. Los alumnos son motivados para rendir en estas pruebas y así «al liceo le vaya bien». En la experiencia de los alumnos y la opinión de los profesores, es clara la exigencia y presión por el logro de determinadas metas de puntajes. También es claro el agobio y desgaste de estos actores, que en algunos casos se busca compensar a través de incentivos asociados al desempeño en estas pruebas.

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