El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

Cristian Bellei, Mariana Contreras, Nicole Bustos, Loreto De La Fuente, Rocío Díaz, Juan Pablo Valenzuela, Xavier Vanni 146 su zona cercana, salvo en un limitado grado el liceo Antonio Varas. La comunidad local ha producido la comunidad escolar de forma natural: al liceo va la inmensa mayoría de los hijos de la comunidad, autoridades locales y pequeños campesinos, hijos de funcio- narios y docentes, hijos de ex alumnos, hijos de vecinos y parientes. Muchos docentes o funcionarios son a su vez exalumnos. Estos liceos son espacios donde se proyecta la vida social cotidiana de la zona, liceos abiertos a la comunidad, en que se realizan diversas actividades que exceden las vinculadas al quehacer educativo. De otro modo, son liceos con un enorme capital social. Este hecho tiene importantes y múltiples ramificaciones. Los profesores y funcio- narios trabajan con notable compromiso y se sienten apoyados y respetados por sus co- munidades y alumnos. Sienten que les creen, y ejercen con un sentido de misión claro, cuyos resultados ven reflejados en sus familiares, amigos y vecinos. Mas aun, consideran que su trabajo significa cuidar y hacer progresar la comunidad local, lo que aumenta su sentido de la responsabilidad. La continuidad cultural entre el liceo y la comunidad refuerza el proceso educativo. Las familias apoyan al liceo, lo sienten suyo, y se sienten orgullosos de él. Esta cercanía comunitaria también produce un cierto control social sobre los docentes, quienes al tiempo que se ven motivados, se sienten muy observados y expuestos ante sus comunidades, «todos se conocen y cualquier cosa se nota». La cercanía liceo-comunidad también redunda en la relativa ausencia de problemas disciplinarios mayores. Al contrario, dada la cultura tradicional campesina que heredan y las características de las ciudades y pueblos pequeños, los alumnos son respetuosos de la institución y los docentes, y son percibidos por estos como libres de muchos riesgos y factores de indisciplina que ellos asocian a las grandes ciudades, como las drogas y las conductas violentas. Esto hace que los liceos tiendan a tener resueltos los asuntos de con- vivencia y disciplina; pero también explica una cierta tendencia a relaciones paternalistas docentes-estudiantes, tradicionalistas, con bajas posibilidades de expresión y promoción de las culturas juveniles. En todo caso, en general los liceos no enfrentan una cultura oposicional de los jóvenes, aunque algunos manifestaron disconformidad por no ser escuchados, aceptados o comprendidos. Los liceos también se han beneficiado de un trato cercano y hasta privilegiado por parte de las autoridades locales, si no en general, al menos del sector educación. En rea- lidad, dado que son municipalidades pequeñas, la administración de los liceos ha estado muy cerca de la del municipio en educación (en varios casos las personas han sido las mismas: un ex directivo de liceo que asume cargos en el DAEM, una ex autoridad del DAEM que asume la dirección del liceo). La política de los DAEM ha sido apoyar al li- ceo y en general darle mucha autonomía, confianza, aunque como se dijo ambos niveles están muy cerca y hay un tránsito fluido entre ambas instituciones. Esto se asocia además con una gran estabilidad de los equipos directivos, aunque no siempre en la persona del director, pero sí en el grupo, la orientación y el trato sostenedor-liceo; la estabilidad en los liderazgos y la cohesión que han logrado estos equipos ha sido clave.

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