El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

136 Cristian Bellei, Mariana Contreras, Nicole Bustos, Loreto De La Fuente, Rocío Díaz, Juan Pablo Valenzuela, Xavier Vanni introducido diversos mecanismos de reforzamiento académico durante las tardes, por lo que muchas veces la participación en talleres extracurriculares queda condicionada al rendimiento en lo académico. De este modo, lo que se argumenta como formación integral y desarrollo de otras habilidades e intereses de los jóvenes entra en tensión con la idea de obtener altos resultados. Con todo, los talleres extracurriculares resultan insuficientes para abordar la amplia y compleja diversidad de intereses juveniles, no porque en sí la oferta sea deficiente, sino porque es la única respuesta institucional que manejan los liceos para dar mayor espacio y protagonismo a los jóvenes, en áreas que excedan lo académico o la preocupación in- dividual por el bienestar. En cuanto a la participación estudiantil organizada, si bien todos los liceos cuentan con centros de estudiantes, directivas de cursos y representantes en el consejo escolar, en muchos casos estos constituyen espacios formales más que reales instancias de represen- tación de los jóvenes. Aunque en la gran mayoría de los liceos los centros de estudiantes habían sido elegidos democráticamente, en uno de los casos estudiados este era habitual- mente designado por el equipo directivo. Por lo demás, observamos que varios de los profesores asesores de CCAA que debiesen ser escogidos por los mismos representantes estudiantiles eran designados por los equipos directivos según su disponibilidad horaria. Los centros de estudiantes están enfocados primordialmente en la organización de diversas actividades recreativas y celebratorias, como el día del alumno o el aniversario del liceo, de obtención de fondos para financiar tales actividades o la generación de pro- yectos que permitan mejorar las condiciones de los propios establecimientos, como por ejemplo la instalación de basureros o bancas en los patios. En muy pocos casos observamos ejemplos de un mayor desarrollo de la participa- ción, donde centros de estudiantes y otros representantes son parte de la construcción del proyecto educativo del liceo y sus opiniones son consideradas para decidir sobre asuntos atingentes a áreas primordiales como el currículum, la pedagogía o la convi- vencia. Los liceos Minero América y San Nicolás son dos de ellos. Allí los estudiantes participan activamente en la construcción de reglamentos de convivencia interna, y en San Nicolás, donde además la participación traspasa los organismos formales de repre- sentación, los jóvenes están constantemente generando proyectos formativos, culturales y recreativos que por lo general tienen buena acogida entre el equipo directivo, quien entrega facilidades para su implementación. Por último, los estudiantes del Liceo Bicen- tenario Los Ángeles destacan por su nivel de organización política, siendo reconocidos a nivel provincial por el liderazgo que ejercen entre los demás liceos del territorio en el movimiento estudiantil. Lo interesante de este caso es que en los últimos años el liceo ha entregado espacios institucionales para que las demandas que los jóvenes han levantado en las calles puedan ser canalizadas al interior del liceo. Así, ante el reclamo por la falta de formación ciudadana y política, el liceo ha incorporado dos asignaturas, una optativa y otra obligatoria de estas áreas; además, como hemos mencionado, han logrado intro-

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