El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
132 Cristian Bellei, Mariana Contreras, Nicole Bustos, Loreto De La Fuente, Rocío Díaz, Juan Pablo Valenzuela, Xavier Vanni el derecho a la educación de los jóvenes, como las suspensiones y la marginación de la sala en periodos de clases. Complementariamente, durante esta década, y más desde la llegada de la SEP a la educación media, los liceos se han nutrido de nuevos equipos profesionales. Así, si antes la gestión de asuntos disciplinarios y de convivencia recaía sobre un inspector, hoy todos los liceos cuentan además con equipos multidisciplinarios de convivencia que involu- cran psicólogos, orientadores y asistentes sociales, entre otros. Estos equipos son los en- cargados de realizar trabajos de formación y prevención de conflictos con estudiantes, de atender y realizar seguimientos a los alumnos que incumplen las normas estipuladas, y –en algunos liceos– de formar y prestar apoyo a profesores en materias afines tales como mediación o resolución de conflictos a través del diálogo. Por lo general los equipos de convivencia se apoyan de redes externas para realizar charlas y talleres, así como casos de mayor gravedad que requieren de la intervención de instituciones especializadas como SENAME, OPD o servicios de salud. Asimismo, dado que los jóvenes y adolescentes de media presentan problemas psicosociales específicos, como depresión, angustia y estrés, consumo problemático de drogas, embarazo adolescente, entre muchos otros, algunos liceos como el Valentín Letelier, San Nicolás o Fenner han incorporado psicólogos clí- nicos para atender a alumnos ante la baja cobertura en salud mental de los servicios de salud municipales. Con la incorporación de equipos de convivencia, el enfoque de resolución de con- flictos basada en la mediación, el diálogo y la reflexión ha sido introducida en los últimos años. Los liceos San Nicolás, Valentín Letelier, Ricardo Fenner y Pablo Neruda destacan en este ámbito. Por ejemplo, el Fenner, después de atravesar una etapa de normalización de la conducta de los estudiantes, de creación y aplicación consistente de normativas que se volvieron progresivamente hábitos, abandonó la disciplina como un foco en sí mismo y apuntó a la formación de sus alumnos en la importancia de la sana convivencia, el respeto de los otros y temáticas afines. En otro ejemplo, la unidad de convivencia del Valentín Letelier, sostiene conversaciones permanentes con sus alumnos en torno al por qué de las normas, de manera que estos han ido asimilando su utilidad para la vida en sociedad. En el Pablo Neruda intencionan una reflexión similar en los jóvenes, pero liga- da a su futura inserción laboral: respetar las normas es parte fundamental de una exitosa adecuación al mundo del trabajo. Es interesante que, desde la perspectiva de algunos liceos, parte de los problemas de convivencia y transgresión de las normas disciplinarias surgen del aburrimiento de los jóvenes. Bajo esta premisa, en los liceos Pablo Neruda, Ricardo Fenner y otros ubicados en zonas metropolitanas populares han optimizado los tiempos efectivos de trabajo en aula, han acelerado la entrada a clases después de recreos y cuidan especialmente que los estudiantes no queden dando vueltas en el patio durante la jornada. En varios de estos casos, todas estas medidas fueron incorporadas en un periodo de normalización y han permanecido en el tiempo. Por otra parte, en el Valentín Letelier disminuyeron
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