El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

128 Cristian Bellei, Mariana Contreras, Nicole Bustos, Loreto De La Fuente, Rocío Díaz, Juan Pablo Valenzuela, Xavier Vanni Tales programas contemplan la realización constante de intervenciones, charlas y talleres grupales para estudiantes con equipos psicosociales internos y la colaboración de instituciones externas, el desarrollo de planes de formación en temáticas afines en consejos de curso y orientación, y la disposición de atención psicosocial y psicológica a alumnos que lo requieren. Mas en lo cotidiano están fundados principalmente en una actitud receptiva de escucha a las necesidades y opiniones de los jóvenes, para quienes sentirse acogidos y cuidados por los adultos tiene gran importancia y explica parte de su sentido de pertenencia y compromiso. A su vez, la cercanía y confianza que genera el involucramiento de los adultos en las problemáticas, subjetividades y emociones de sus estudiantes, se traduce de vuelta en mayor compromiso y respeto de los jóvenes con sus profesores. Como parte de estas estrategias, al igual que en educación básica, se ha destacado al profesor jefe como una figura clave en quien recae el rol primario de escuchar, atender y muchas veces sostener a los jóvenes. El vínculo afectivo y la cercanía profesor-alumno en estos liceos es fuerte, sobre todo en aquellos que educan a estudiantes de nivel socio-eco- nómico más bajo o tienen internados. En algunos casos los profesores tienen la jefatura de curso por varios años, para facilitar la construcción y mantención de estos vínculos. En los liceos Ricardo Fenner y People, por ejemplo, los profesores jefes se denominan «profesores acompañantes» y explícitamente sus roles se asemejan al de un educador preocupado integralmente por sus estudiantes, quienes al vivir internos los reconocen como segundas familias. Lo mismo ocurre en San Nicolás, donde los profesores a cargo de un curso se denominan «tutores» como un modo de relevar la dimensión formativa de su función. En el liceo Pablo Neruda existe un programa de apadrinamiento de alumnos que presentan dificultades socio familiares, por parte de profesores, directivos y otros profesionales, quienes apoyan a los jóvenes en sus necesidades materiales, académicas y emocionales. En los casos de liceos de pequeñas comunidades, como el Antonio Varas o Hualañé, dada la continuidad entre la comunidad local y el liceo, los profesores son figuras muy cercanas a sus estudiantes y familias, sin que entre ellos medien mayores marcos normativos preestablecidos. Dentro de sus programas formativos, liceos como el Ricardo Fenner y People han incorporado al currículum formal unidades que apuntan a la construcción y desarrollo de proyectos de vida. Para ambas comunidades educativas estos planes han sido muy relevantes dado el contexto sociocultural del que provienen sus estudiantes, quienes co- múnmente, al proceder de medios rurales y/o de bajo capital cultural y económico, no lograban proyectar sus vidas académicas o laborales al egresar de cuarto medio en acti- vidades diferentes a las que el contexto los destinaba. Durante la década, efectivamente estos liceos han logrado que los jóvenes diseñen planes de vida, establezcan metas, se proyecten laboralmente más allá de sus posibilidades inmediatas e incluso contemplen la opción de continuar estudios postsecundarios; y, en consecuencia, que articulen sus esfuerzos y acciones presentes en el liceo con aquello que esperan lograr a futuro. En la

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