El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

118 Cristian Bellei, Mariana Contreras, Nicole Bustos, Loreto De La Fuente, Rocío Díaz, Juan Pablo Valenzuela, Xavier Vanni la cobertura curricular, pero también de entrenar a los estudiantes; el uso de talleres complementarios al plan de estudios básico (muchas veces facilitado por la Jornada Es- colar Completa) para reforzar la preparación de las asignaturas evaluadas en estos tests, adoptando también la forma de Preuniversitarios, y hasta llegar (aunque sólo en algunos casos) al reemplazo temporal de ciertas asignaturas (como artes y deportes) por horas adicionales de preparación para estas pruebas, todo esto en línea con el estrechamiento curricular ya analizado. Ciertamente, la enseñanza orientada a los aprendizajes académicos con fuerte pro- tagonismo docente ha sido reforzada, pero en ningún caso creada por las pruebas estan- darizadas. En efecto, el modelo dominante de clases expositivas que emulan la cátedra universitaria ha sido el tradicionalmente usado en los liceos académicamente selectivos preparatorios para la educación superior (coloquialmente denominados «emblemáti- cos»), como lo muestran también nuestros hallazgos en los liceos de este tipo incluidos en el estudio, quienes han debido «revalidar» su prestigio histórico obteniendo altos puntajes en la PSU y –secundariamente– en el Simce. En todo caso, la clase lectiva cen- trada principalmente en el profesor también admite variaciones y niveles de complejidad muy distintos. Por cierto, sus formas más básicas (e.g. copiar desde la pizarra, dictado, y preguntas-respuestas grupales preformateadas (Edwards et al., 1994)) no fueron obser- vadas en nuestro estudio. En cambio, las clases tienden a ser más desafiantes y enrique- cidas, al menos en tres dimensiones. En primer lugar, el uso de recursos educativos se ha diversificado enormemente, incluyendo textos de estudio, guías de trabajo (la mayoría de ellas elaboradas por los propios docentes), libros, materiales audiovisuales y computadores, incluyendo el uso de videos e internet. Esta apreciación es reforzada por los resultados de la encuesta aplicada a los estudiantes (ver capítulo de metodología para detalles), en donde la mayoría afirmó que en Matemática y Lenguaje (aunque con mayor incidencia en esta última asignatu- ra) sus profesores «utilizan ejemplos, tecnologías de información y otros recursos que favorecen la comprensión de los temas que quiere enseñarnos» en la mayoría o en todas las clases. Este uso de medios se ve facilitado en algunos casos (como en los liceos Fen- ner, San Nicolás, y Hualañé) en donde se han habilitado «aulas temáticas» para algunas asignaturas, es decir, aulas que concentran recursos pedagógicos de una materia y son administradas por los docentes de dichas asignaturas, realizando en ellas sus clases a los diferentes cursos según el horario. En segundo lugar, aunque las clases sean predominantemente centradas en el pro- fesor, los docentes tienden mayoritariamente a dar oportunidades de reflexión, parti- cipación y trabajo autónomo a los alumnos, incluyendo el uso de «lectura silenciosa» (típicamente 15 minutos al inicio de las clases), cálculo mental, guías de ejercitación, o preguntas (genuinas, abiertas) para la reflexión colectiva y el intercambio de ideas sobre la materia que está siendo estudiada. Los alumnos reconocen esto claramente. Al replicar con los estudiantes de los liceos estudiados un conjunto de preguntas provenientes de

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