El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

110 Cristian Bellei, Mariana Contreras, Nicole Bustos, Loreto De La Fuente, Rocío Díaz, Juan Pablo Valenzuela, Xavier Vanni natura, así como casos críticos de alumnos. La discusión se orienta a diagnosticar cau- sas y buscar soluciones a los problemas de enseñanza-aprendizaje. En general, en estos departamentos los materiales de la práctica pedagógica –como planificaciones de clases, libros de clases, guías de trabajo, pruebas, presentaciones de clases– son materiales de trabajo colectivo, ya sea para elaborarlos, analizarlos o compartirlos. En otras palabras, el trabajo colectivo docente no es genérico, en abstracto o solamente teórico, sino muy enraizado en los desafíos concretos del trabajo pedagógico que cotidianamente realizan. En estos dos liceos los departamentos son también instancias de gestión institucio- nal, ya sea formalmente reconocidos o en la práctica. Los jefes de UTP se apoyan en los departamentos para hacer la planificación del horario y la distribución de docentes a grados/cursos, según sus tiempos y experticias; los departamentos también proponen las actividades curriculares complementarias o de libre elección que se ofrecen a los estudiantes, como talleres y academias; asimismo, en los departamentos se planifican y gestionan actividades extraordinarias de enriquecimiento para los alumnos, como fe- rias, salidas a terreno, participación en competencias o viajes de estudio. Los jefes de departamento –que son reconocidos por sus pares, ya sea porque son electos por ellos o porque ostentan un claro liderazgo profesional– cumplen roles relevantes para la gestión. En uno de los liceos, los jefes de departamento participan en las entrevistas y selección de nuevos docentes a contratar; en el otro, realizan observaciones de clases de sus pares –generalmente los más jóvenes o recientemente incorporados– como parte del proceso de inducción y evaluación profesional. Más en general, los departamentos son instancias relevantes de desarrollo profesional docente, siendo el espacio de acogida y aprendizaje de los nuevos profesores, proveyéndoles la inducción al liceo, pero también de aprendi- zaje continuo para todos, dada la intensidad, profundidad y seriedad con que abordan las responsabilidades profesionales y el aprendizaje colectivo que implica identificar pro- blemas y crear soluciones, que es la dinámica constante de sus conversaciones. Por cierto, muchos docentes siguen también cursos de perfeccionamiento o estudian de manera au- tónoma y comparten con sus colegas sus lecturas y aprendizajes, todo lo cual incrementa exponencialmente el capital profesional disponible en estos liceos. Por último, una muestra clara de que en estos liceos se reconoce el profesionalis- mo autónomo de los docentes organizados en departamentos, es que los consultores externos como las ATE no han tenido roles relevantes, porque se prefiere desarrollar las capacidades internas; asimismo, los docentes se han opuesto y logrado interrumpir al- gunas iniciativas que consideran lesivas para su profesionalismo colectivo, como otorgar premios al «mejor docente del año» o seguir las pautas estandarizadas de enseñanza o evaluación propiciadas por el programa Bicententario, programa que en un estableci- miento generó roces con los docentes, quienes vieron amenazada su autonomía con la introducción de mecanismos de monitoreo y control vertical de sus trabajos. En efecto, para mejorar los procesos pedagógicos, el programa introdujo acciones que apuntaban a tecnificar el trabajo de los profesores, como el control centralizado de planificaciones y

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