Voces de la salud rural: una reflexión antropológica acerca de los itinerarios terapéuticos de trabajadoras y trabajadores campesinos de Chimbarongo y Chépica

vinculadas al ejercicio de procesos de trabajos continuos y repetitivos altamente demandantes de resistencia física, concentración y rapidez (Mendoza y Donoso, 2011). Es así que surgen diversos puestos de trabajo femenino en el mundo agro, en donde las mujeres temporeras corresponden al 90,6% del total de trabajadoras agrícolas. Las temporeras, siguiendo la lógica del empleo estacionario, trabajan por lo general a plazo fijo, limitándose al desarrollo de la temporada. Así, a través de este modo de empleo denominado como trabajo a trato, las temporeras reciben un pago acorde con sus capacidades y ritmos de trabajo, debiendo adaptarse y superarse constantemente (Bowen, 2023). Asimismo, se enfrentan a múltiples desigualdades y sacrificios, ya que experimentan una doble carga en sus vidas diarias: la doméstica y la laboral. La realidad laboral precaria de las temporeras se sustenta por subcontratos irregulares y ambiguos, carentes de derechos sociales básicos como los seguros de cesantía; pensiones; licencias médicas y accesos a la salud (Bowen, 2023). No conforme con esto, la desigualdad que viven las mujeres dentro de este rubro se visibiliza en una segregación de género, tanto a nivel regional como a nivel empresas, en donde los hombres acceden a mejores puestos de trabajo, tomando ocupaciones más estables y calificadas; mientras que las mujeres acceden a puestos inestables y con baja especialización (Mendoza y Donoso, 2011). No sólo los puestos de trabajo están segregados por género, sino que los salarios también son desiguales. Los sueldos de las trabajadoras agrícolas de la Región de O ’ Higgins son inferiores en un 19% al de los hombres, obteniendo aproximadamente $369.167 pesos en promedio en contraste a los $478.938 pesos que ganan los hombres (Bowen, 2023). En definitiva, la realidad laboral de estas mujeres se encuentra sujeta a una inestabilidad, desigualdad, segregación e incertidumbre, desregularizadas o con contratos que obstaculizan el acceso a servicios de seguridad social, y teniendo que cumplir con jornadas laborales intensivas y extensas. Los contratos son realizados por contratistas, quienes son asociados a valoraciones negativas y a contratos y cotizaciones irregulares, remuneraciones inciertas y negligencias en los estándares de seguridad; afectando el acceso a salud de las trabajadoras, principalmente en casos de accidentes y enfermedades laborales, obligandolas a acceder a la salud privada, sin asistencia ni 20 Voces de la Salud Rural: Una reflexión antropológica acerca de los itinerarios terapéuticos de trabajadoras y trabajadores campesinos de Chimbarongo y Chépica

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=