Niños pintados: arte e historia
23 cunstancias de su agitada vida. Inquieto, aventurero, so- ñador y amante del dinero, luchó desde sus primeros años por lograr sus objetivos de éxito, fama y reconocimiento, y por cumplir sus metas y sueños. En 1842 decidió viajar a Chile entusiasmado con las ofertas de los diplomáticos y otros importantes personajes chilenos residentes en Paris, en momentos que había sido afectado por proble- mas laborales, sentimentales y polémicas con otros inte- lectuales parisinos. Su matrimonio con Doménica Festa, acuarelista italiana, ya deteriorado, culmina con la sepa- ración cuando el pintor viaja a Chile. El proyecto chile- no proponía la creación de una Escuela de Arte, Pintura y Escultura, y otros ofrecimientos que entusiasmaron al pintor. En sus Memorias escribió: “Cansado por la falta de éxito monetario y honorífico, así como por tribulacio- nes sufridas por mi espíritu, he vuelto los ojos hacia el extran- jero para encontrar cierta paz interior y exterior”. El viaje tuvo serios inconvenientes, embarcó en el puerto de El Havre y estuvieron a punto de naufragar en el paso del Atlán- tico al Pacífico, según unos relatos por el Cabo de Hornos y otros a través del Estrecho de Magallanes. El barco vol- vió a Montevideo y Monvoisin siguió viaje a Buenos Aires donde ejecutó varias pinturas incluido un retrato del go- bernante y dictador argentino Juan Manuel de Rosas. Con nuevas peripecias, atravesó la cordillera frente a Mendoza en una caravana con un coche adquirido por él que volcó en la travesía, perdió una fuerte suma de dinero ganado en Argentina y finalmente llegó a Santiago en 1843 donde era esperado precedido de su fama y prestigio alcanzados en Europa. La sociedad chilena y los intelectuales espe- cialmente los integrantes de la llamada Generación del 42 donde participaban personajes tan notables como José Victorino Lastarria, Eusebio Lillo, José Joaquín Vallejos, entre los chilenos, y los extranjeros residentes Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre le brindaron un afectuoso recibimiento. Trajo consigo numerosas de sus obras monumentales de gran formato que incluían retratos, temas históricos catalogados den- tro del estilo neoclásico de corriente monumentalista con acercamiento al romanticismo y con ellas realizó la pri- mera exposición de pintura en el país en el edificio de la recién fundada Universidad de Chile, en marzo de 1843, a poco más de un mes de su arribo, quedando registrado como el primer artista en concretar tal evento nacional. Dirigió la Academia de Bellas Artes por algún tiempo, pero la falta de financiamiento y de alumnos postergó la creación definitiva de esa institución hasta la contratación de Alejandro Cicarelli. En Santiago tuvo una prolongada y muy provechosa labor, retratando personajes de la aristo- cracia y destacados hombres públicos como el presidente Manuel Bulnes y Andrés Bello. Su estudio-taller ha sido descrito por los historiado- res como una fábrica de arte donde fue ayudado por Clai- re Filleul, pintora francesa considerada la primera mujer pintora en Chile. Se cuenta que Monvoisin pintaba las ca- bezas, bosquejaba o delineaba los cuerpos y Claire terminaba las obras. Tuvo numerosos discípulos chilenos y de países vecinos y es considerado el más influyente entre los pintores extranjeros que han sido denominados precursores del arte en nuestro país. Viajero incansable, entre 1845 y 1847 visitó Perú y Bra- sil, siendo muy bien recibido en las altas esferas de gobier- no y por la sociedad aristocrática, desarrollando una in- tensa actividad pictórica y recibiendo una condecoración de la Legión de Honor por parte del emperador Pedro II, en Rio de Janeiro. A su vuelta a Santiago decidió comprar la Hacienda Los Molles, cerca de Quilpué, y en los salones de su casa pintó varios murales que actualmente están con- siderados en proyectos de restauración. En un intento por rehacer su vida sentimental realizó un nuevo viaje a Fran- cia atravesando a lomo de mula a través del istmo de Pana- má sin lograr convencer a Doménica que lo acompañara de vuelta a América. Definitivamente en 1857 regresó a Raymond Quinsac Monvoisin nació en 1790 en Burdeos (Francia), en el seno de una familia aristrocrática que poseía por la línea materna títulos de nobleza y un castillo que perdieron en la Revolución Francesa. Por presión de su padre ingresó a estudiar Ingeniería militar, pero siguiendo sus precoces habilidades e intereses artísticos recibió clases de pintura.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=