Niños pintados: arte e historia

22 Desde el siglo XVII se tienen antecedentes del rapto y cautiverio de varias mujeres españolas y chilenas obteni- das como botín en los ataques de los indígenas a las insta- laciones de los conquistadores. El territorio al sur del rio Biobío y hasta las márgenes del rio Toltén estuvo domina- do por los indígenas, era denominada La Frontera hasta la llamada Pacificación de la Araucanía, y las tribus mapu- che mantenían permanente comunicación y extensión a ambos lados de la cordillera de Los Andes. El pintor ha- bría viajado hasta Valdivia para recibir información de- tallada del naufragio y de la búsqueda de los familiares de Elisa para que el artista crea- tivamente expresara los temas en sus dos cuadros que no representan en forma estricta los acontecimientos y exacer- ban el mito y la leyenda. En el libro “Viaje en las regiones septentrionales de la Patago- nia, 1862-1863”, el autor Guillermo Cox registra varios detalles sobre el cautiverio de Elisa señalando que era la mu- jer preferida de un indio llamado Nahuelquir con quien te- nía tres hijos, y recoge el testimonio de tres personas dife- rentes que le habían entregado información concordante. Las averiguaciones sobre el paradero y destino de Elisa recogidas por Ramón Bañados y otros darían cuenta de la supervivencia de Elisa como mujer de un cacique proba- blemente en un sitio de la Patagonia argentina hasta donde su cuñado llegó y logró visitarla conociendo que la dama cautiva había tenido tres hijos con el cacique y no deseaba regresar a su antiguo hogar porque no estaba dispuesta a perder a sus hijos ni a vivir con el menosprecio y la crítica condenatoria, por su conducta, de su antigua comunidad. A diferencia del relato del libro de Vicuña Mackenna con el sugestivo título de “Elisa Bravo o sea el misterio de su vida de su cautividad y de su muerte con las consecuencias políticas i públicas”, la familia de Elisa Bravo y la creencia popular mantuvieron el mito de su cautiverio, sin aceptar su muerte. El pequeño Alamiro habría muerto en el de- sastre o asesinado posteriormente y de la niña Rosario se perdió todo rastro, aunque pudo sufrir la misma suerte de su hermanito. Raymond Quinsac Monvoi- sin nació en 1790 en Bur- deos (Francia), en el seno de una familia aristocrática que poseía por la línea ma- terna títulos de nobleza y un castillo que perdieron en la Revolución Francesa. Por presión de su padre ingresó a estudiar Ingeniería militar, pero siguiendo sus precoces habilidades e intereses artísti- cos recibió clases de pintura, primero en su ciudad natal, y luego ingresó a la Escuela de Bellas Artes, en Paris. Gracias a sus trabajos y esfuerzo ob- tuvo una beca para continuar su perfeccionamiento en la Academia de Artes, en Roma, y después de cinco años regre- só a Paris donde cumplió una etapa de alta productividad ganando medallas de oro en Roma y Paris, la condecora- ción de la Legión de Honor y el privilegio de pintar mu- rales para el Palacio de Versalles. Tuvo insignes maestros y modelos que marcaron las diferentes etapas estilísticas expresadas en sus obras de acuerdo con la época y las cir- » “Elisa Bravo Jaramillo de Bañados, mujer del cacique” . Raimundo Monvoisin. Óleo sobre tela 130 x 178 cm. Museo O´Higginiano de Talca. Desde el siglo XVII se tienen antecedentes del rapto y cautiverio de varias mujeres españolas y chilenas obtenidas como botín en los ataques indígenas a las instalaciones de los conquistadores.

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