Chile singular. Apuntes de viaje
A R C H I P I É L A G O D E C H I L O É Me es difícil escribir un prólogo que amarre este puñado de dibujos de muchos viajes por el archipiélago mágico de Chiloé. Han sido años cruzando caminos y navegando entre las islas. Solo bajo la torrencial lluvia, o en compañía de mis alumnos o de mi familia, y siempre amparado bajo el paraguas que un día desplegó mi profesor Hernán Montecinos cuando cruzamos por primera vez el canal de Chacao en 1976. El archipiélago de Chiloé es un universo de islas habitadas en sus bordes que van armando una realidad propia y sorprendente. Una realidad que se arraiga en su geografía y paisaje, y que otorga identidad a su arquitectura. Asentamientos singulares en los que siempre se disfruta el trato cordial de su gente, así como su gastronomía propia, visitada por todo lo que puede venir de la mar. Hace 100 años, este era un mundo construido de mar y de madera. Por el mar se llegaba a todos lados y con madera se construía todo lo necesario para habitar, transportarse, cocinar o divertirse. Navegando por el mar interior, cruzando el corazón de la isla grande o enfrentando a las olas de la costa del océano Pacífico, Chiloé ofrece lecciones de cómo entender y ocupar su territorio. Edificios de grandes techos, de cubiertas inclinadas que descienden por sus muros y visten sus edificios con tejuelas de madera. Casas de plantas concentradas para aprovechar el calor interior y que se levantan del suelo para que escurran las aguas de la lluvia. Miradores y galerías vidriadas que dan cuenta de la búsqueda de las mejores vistas al mar o a los campos. Fachadas continuas que se hacen unitarias y , a la vez, cambiantes y únicas en el trabajo de la madera configuran sus calles. Arquitectura del sur, de impronta singular que se ha desarrollado por siglos de tradición carpintera, enriquecida por la construcción marinera y la abundancia de bosques. Aquí están los dibujos de las últimas peregrinaciones por este montón de islas en las que gente saluda por los caminos, la lluvia cae como un torrente, y donde siempre hay una cocina a leña donde secar los zapatos y poner color a todo lo dibujado y descubierto. TENAÚ N , 2005 - 2006 . 171
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