Los Jirondinos chilenos
-9- I hoi la playa enbierta de los naofl'ajios de un cuarto de siglo.. • Pero por hoi haga1nos historia, i prosigamos. Volvemos en consecnencia a 18-!8, i nos lanzn,mos a la ancha i espumosa mar ele los recn~rdos ínter vivos ... La revol ncion qne babia dado en tierra con el trono del Lnis Felipe el 24 ele febrero de 1848 habia sido el resultado, mas qne de la cieg¡¡, obstiuacion ele M. Gni– zot, sn 1ninistro de nneve ai'íos, del jenio de nn gran poeta, simple diputado. No bai nn solo historiador o crítico moderno qne no recouozca el hecho, ya consa– grado casi corno nn dog,na, <le qne la ap::i.L'icion de Los Jirondinos de Lnn1arti11e, a príucipios de 1847, fné el arranqoe , el ariete, la predesti naciou ele los días de fe– brero. «La Enropa, dice Daniel Stiern, sintió a sn lec– tura ese estre,necimiento pecnli,\r que preceLle a los huracanes.>) Fné esa obra la rehabilitacion por la lit'a, la poesía i el amor de noa edad, qne como nu espectro horrible flo– taba hasta eutónces en la conciencia humana entre la sangre i las llamas tle nna hecato1nbe inco1nprensible, la edad de 93. Lamarti ne hizo la lnz en ese caos. Hizo mas. Con la majia incomparable de sn estilo, único en el prc:sente siglo í tal vez en los qne le precedieron, ro– deó cada figura de ona aureola resplandeciente. Aoreola de amor, de jenio, de castigo, de gloria, de dolor, no importa. Lo qne sn jenio de escritor i de vate anhelaba, era que cada nuo de aquellos hombres de 89 i de 93, i los Jirondinos con mayor sarna de esplendor, desfilasen 8.nte la historia, vestidos con sns túnicas de héroes i qe
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