Los Jirondinos chilenos

- 41 historia. Aquél es apéi;ias una alegoría reproducida so– bre otra alegoría, i de aquí el escaso efecto que causa en la retina i en el alma del espectador. Porque aun hasta se dada de que la última cena de los Jirondinos haya sido nna realidad de la muerte i no una fábnla de la poesía lev: :tnta.da por el númen en los fastos de la epopeya escrita. El convencional Rioasse, que se hallaba detenido en la misma prision con los Jirondinos i en comauicacion diaria con ellos, solo cnen– ta que los últimos ·pasaron aquella noche entregados a cánticos patrióticos qne duraron hasta el amanecer. Pero nada refiere del festín, de los brindis, del ponche ardido q ne refleja sobre los rostros de los asistentes sus llamaradas lívidas i azuladas. Ni menciona esto siquie– ra, i narra empero eu sus Memoria:; de un detenido incidentes i detalles de mucho tneuor monta sobre los adioses i el , suplicio de sus compañeros de cautividad en la Conserjería. El propio Lamartine, que como poeta no es corto en licencias, no presentn, por su parte en su libro sin notas Por esa misma época pintó Monvoisin sus otros dos grupos históricos Laprision de Caipolican, que tiene algunos detalles felices i otros completamente absurdos, i L a Deposicion de O'H iggins. Aquel existe en Santiago i el último en Lima, donde en 1860 le vimos malamente arrollado en una boñega.Felizmente hicimos sacar una fotografía de esta n.otable tela, la que fué re– producida en un grabado que corre en el Ostracismo de O'Higgins. I esos son, a nuestro saber al ménos, todos los cuadros histó· ricos que existen de Monvoisin en Chile. Su blisa B1·avo estaba en París en 1870.

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