Los Jirondinos chilenos
- 38 que merecía al gobierno su ilustl·e padre i las lágrimas de su j6ven esposa. tipo acaba<lo de hennosnt·a i de gracia femeninas. «Camilo Desmoulins)) había encon• trado su « Lucila.» Pedro Ugarte, alma ele la escasa porcion civil del levantamiento puramente milita.e del 20 de abl'il, eu– cerrado en un buqae ca.r~,vl > ,le _qu in,J pesti lente, fué en– viado a los puertos de Irlanda, sin que este castigo de– masiado prolongado para un ho1nbt·e de su constitucion física i de su temple moral, alcanzaea a doblegar sn altiva entereza.- Franci sco Bilbao, Manuel Recabárren, Domingo S11nta-María, Rafael Vial i mnchos otros bus– caron en los asilos escoudidos de la capital los medios • de continnar sin tregua la. h1cha corneuza la: los Amu - nátegui perdieron noblemente sus destinos q ne et·an su pan, i Eusebio Lillo, cantor i soldado a la vez, fué a sentar plaza en los heróicos ~atallones ele cincla.danos armados que se hatiel'on por una cansa sin ventl1ra en el campo de Reyes, ulttru.-Manle. 1 ¡cosa. estt·aña en la historia, pero natural en nnestra vidn, casera! Solo el que había heredado el mas terl'ible nombt·e de la revo– lacion francesa, «Robespierre», qaedó trauqaílo en su casa, llorando las desdichas de la patria en elocuentes • folletos, que eran por entónces solo las teas apagadas de la libertad. Santiagos Arcos emigró a Ou.l ifornia, despaes a Mend-oza, despnes al Plata, despnes al Para– gCJay, donde fué soldado, i por último, a París, dónde volvió a ser banqaero, como su padt'e, creador en Ohile del ajio público i de los negocios no del Estado sino con
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