Los Jirondinos chilenos

- 33 - despues de la hora de la charla festiva, c1¡1da cnal sapo cumplirlo, i lo que interesa mas vivamente en este pa– rangon que no es_ todo del caso, es. que entre esos hom– bres reinó la lealtad recíproca mientras fueron perse– guidos. Sn desbandamieuto, sus celos i sus rivalidade9 comenzaron solo en la prosperidad i el poder, desvane– cimiento inherente a la flaqueza horuana, que hace esclamar a Michelet, juzgando a los Jiroudinos de 93 i previendo la posibilidad de su triunfo eu la jornada en que cayeron, Et moi j'aurais aussi voté contre eux! Fué ta mbien un curioso punto de contacto q oe fa– voreció el reparto de viejos nombres revolucionarios entre los noveles aprendices de aquende el mar, el que el punto de partida de anos i otros era idéntico: el fo– ro en primera línea, en seguida el club, por último la tribnna.- Lastarria, Errázuriz, Santa-María, Marcial Gonza– les, Francisco Marin habían sido abogados como los jirondinos de Burdeos, i en seguida habian sido ajita– dores i convencionales como aqnéllos. Dignos de esas etimolojías que llegan sin estaerzo a la ploma i no atajan su rapidez ni sn espontaneidad, es tambien la cuenta de los días que vivieron los ver– daderos Jirondinos en su rápida i por lo mismo glorio:. sa existencia. Sus histol'iadores i sus biógrafos han notado en efecto que de los veintiuno de aquellos que subieron al patíbulo el 30 de octubre de 1793, la mitad no babia cumplido :¿6 años i solo uno hahia vivido mas de 40. Vergniand i Pethion teniau en la hora de so cai- 3

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