Los Jirondinos chilenos

- 32 - a orillas del Manle, los jirondinos de Santiago habrian sucumbido despues de ]as palmas i de los cánticos de la victoria en las calles de su propia capital, porqne en la campaiía de l85 I, el jeneral Cruz solo manifestaba admiracion, simpatía i respeto verdade1·0 i aeentuado por los dos hombres qne mas de cerca inspiraban a su émulo i a sn vencedor, -por García Reyes i por Tocor– nal, el prin1ero, secretario jeneral i auditor de guerra el segundo del jeueral Búlnes. El ministerio del estre– no del caudillo penquisto habria sido talvez elejido en– tre los turbulentos parlamentarios de 1849, pero el segundo i eterno hal>ria sido solicitado del campo de los vencidos. Tal es la indestruvtible corriente de la histo– ria i <le la lójica de la razon hnrnana, ca.rt.illa eterna– mente :\bierta delante de los q ne gobiernan, pero qne solo descifrn.n los q ne la tnirau de abajo, porque los otros cierran los ojos para no leerla sino cuando han vuel to a bajar ... «Pilatos de la. reyecía», llamó el mis– mo Lamartine a sns héroes por aqnel acto de cobardía política que abrió delante de sus pasos el camino del patíbulo. I el poeta tuvo en. esta vez justicia como Tá– cito! No pudo decirse sin embargo tamaña severidad de los copistas chileuos, ni aplicarle,¡ ménos aqnello que el áspero Prndhou se atrevió a eacribir con10 definicion sobre los modelos que los últimos elijieron, i qne por la fiera enerjía de la frase no nos atrevernos a reprodu– cir. 1\1:ui léjos de ello. Llegada la hora del debel' austero,

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