Los Jirondinos chilenos

- 30 f- .. en todo, ménos en sn manera de entender la mnerte. U na cosa había hahido por esto de fatídico en sn nom– bre de guerra, porque se estingaió en un baño del Sena como Marat, su tipo de au día, o de lHl capL·icho. Hubo no momento en q ne Santiago Ar.coa tnvo nn rival en sn terrible uombre. Fué cnando pálido, ensan– grentado, con la cabeza cubierta <le veudajes trajeron los igualitarios en hombros a su casa, calle de Huérfa– nos, a Rafael Vial, herido cobardemente por los seides del chanchero en la noche del 19 de agosto. Las heridas fueron leves, pero el aspecto naturalmente teatral de la víctima i la enormidad del atentado, hizo recordar en aquel los dias al reJedor del lecho del enfermo el puñal de Carlota Corda y ..• Por f'ortnua no fné así para a:Rafa~l,» a qnieu entóuce::1 el picante Vallejos había comenzado a dttr aqnel nuevo no1nbre por el «Rl;\ fu.el » de la Latnartine. Rafael v¡al no se habría consolado jamas con 1norir a ma11os de IsidL·o Jara, cltanchero i capitan de apaleadores. ¿Por el puñal de una mujer? Eso era otra cosa ...... Mas, si faltó a la cabecera del «diputado-1nártir,:, (así se le lla,maba) i director de grupo de la Sociedad de la lgnaldad, la presencia lieróica de Ca.dota, ¿tuvie– roa. los Jirondiuos de Sautiago, corno los de Paris, una Juana H.oland cual aquella qne diera a los ·últimos albergne, pasion i herois rno hasta sncnmbir cou ellos? Qnién sabe! En el cuadro de Monvoiain, de que en breve hemos de hablar, aparece una mnjer cubierta con an velo i dando aliento cou RO actitud i su rostro a los

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=