Los Jirondinos chilenos

- 15 - nate. Bajo este punto ele vista, Lastarria i los seis a ocho animosos jóvenes que se sentaban a so lado se sentaban propiamente en la Aifontaña. Pero tal estadio analítico no es naestro propósito ni podría serlo en on escrito del jénero qae emprendemos. Tratamos solo de cit:rtas contraposiciones del presente i del pasado, de ciertas reminiscencias útiles o curiosas, de ciertas evocaciones qne pueden ser enseñanzas dura– bles, ode esas simples impresiones de lícito cleleiteqae comienzan i acaban con la lectnrn. matinal de El Ferro– ca1Til de cada día. Es moda en estos presentes tiempos colocar en los jardines cit!rtos globos de cristal esmal– tado que reproducen el paisaje vecino con admirable fidelidad, abarcando en la convexidad de nn frájil vidrio una comarca entera con sns montañas, sos flores, su cie– lo: sn ocaso, sn otiente, su luz. Stmejaute a esa es nues– tra empresu.. Hemos snspeudido a la somb ra de los ár– boles de la paz i del silencio nuestra opaca memoria, i dejamos qne los reflejos del pasado i <le hoi, vengan a herirla en sns diversos prismas. Cada una de estas po– bres pájinas es uno de esos reflejos i nada mas. En consecuencia proseguimos. El gabinete vencedor ciñóse desde el primer dia la armadura i acometió contra. los bancos de la mayoría, de tal ruanera qne ántes de una semana el pobJicist&. Las– tarria, el 111as brillante i popu1ar orador de su época, probaba la fuerza de aqnella mayoría que le fné empero fiel solo unas pocas horas (era mayoría. fabricada en moldes de palacio, segun mas o ménos lo son todas,)

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