Los Jirondinos chilenos
-14- mas alto del firmamen to los penachos de unbes opacas qne la revolncion venia empnjando con sus aquilones. Por estQ se dejaba el libl'o p,tl'a ver la accion, i pot· esto la imájen de los valerosos tribunos de allende el mar se encarnaba sin violencia en aquellos rostros amigos qne simbolizaban ideas i esperanzas de tanta novedad. Nnn· ca desde 1810 había habido en Santiago un Ayunta– miento mas simpático a. la ciudad, apesar de que la ciu– ditd no habia he.cho nn solo edil. Los mas popuh1.res de los rej idores habia11 con1pra.do sns varas de jnsticüt como antaño, pero no habian pagado en oro si no en ideas. La batalla por esto comenzó temprttno en la (;ámara de Diputados, i el 12 de jnnio, áutes que se cnmplieran dos semanas <le labor parla111entaria, el ministerio Vial– Saufnentes, qne había dado vida i forma a aqnella asamblea,, era arrollado. El gabinete de transicion Pe– rez-Tocornal - García Reyes le babia sucedido. Si tratáramos en esta.s reminiscencias, qne no son siquiera nn bosquejo político ni nn cuadro de la situa– cion, sino lo que sn títnlo simplen1ente dice -Reminis– cencias, si t.1·at.áramos de trazar aquí afiui<lades de per· sonas i de ª"! 'l raciones po1íticas <letermiuadas, po<lría– mos tal vez decir con buen criterio que el verdade1·0 elemento jirondir¡o de la Uáma.ra de 1849 era el que encarnaba el ministerio Perez, i nó el espíritu ajitador i novelero qne quedaba escluido del poder, no solo por– que aqnél era un elemento n1oderador, sino porque hns– caba nua soluciou iu ter1nedia a la crftiis en la candida– tura a la presidencia de la. repúLlica del jeneral Aldu·
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