Separar para construir. Análisis cualitativo de información
Análisis cualitativo feminista – 137 de representación de una realidad externa; o bien, vuelve a situarse en un nivel de registro de experiencias de la persona participante sobre un tema sin plantear una crítica aguda al fondo de la cuestión concordada. Para sortear esto, en algu- nos casos constantemente la persona investigadora deberá ir guiando la conver- sación y recordando el sentido ético político de la PN a los/las participantes y, sobre todo, haciéndoles partícipe de la producción académica posterior que se dé con el trabajo narrativo. En otros casos, se ha optado por modelos híbridos, entre la PN y la Historia de Vida, llevando a cabo Narrativas de Vida (Prieto, 2012), donde se intenta producir un relato teórico, pero desde las experiencias personales de las participantes. Asimismo, se evidencia una tensión entre la dimensión discursiva que ge- nera las PN y la corporalidad. El proceso colaborativo de concreción de una Producción Narrativa se desarrolla desde la oralidad, la escritura, la lectura y la contra-escritura. Pero, al ser este un proceso de largo alcance, no son sólo sim- ples momentos aislados de captura de información, sino que se van generando relaciones profundas entre la persona investigadora y los sujetos participantes. Por tanto, en este circuito están implicados los cuerpos y emociones de quienes forman parte de la investigación. Parte de la crítica feminista a las metodologías tradicionales (Butler, 2002; Esteban, 2013), precisamente tiene que ver con que en las investigaciones se da un énfasis denso a lo racional más que lo corporal, dejando parte de la corporalidad fuera del proceso de construcción de cono- cimiento. Esto vuelve a suceder en la textualización de la narrativa. Si bien en los encuentros se dan espacio para las emociones (risas, llantos, molestias, entre otras), la mayoría de las veces estos aspectos afectivos se pierden o quedan entre paréntesis en el afán de textualización teórica que se promueve. Por tanto, es un desafío para investigaciones feministas poder conjugar el afán de elevar el estatus dialógico de saberes subalternos para dialogar con otras fuentes de saber, y a la vez, producir saberes encarnados. Como señala Guarderas (2015), en este tipo de proceso de investigación se impone cierta “tiranía de la escritura”, traducciones de un cuerpo y una oralidad que se le escapan; trazando en el/a otro/a la marca significante de su racionalidad y signa violentamente la voz y el cuerpo del otro con la “verdad” de su significante. Para ir sorteando este tipo de corset académico, lo que en algunos casos se ha ensayado en algunas narrativas, es abrir espacios para captaciones paralelas del proceso emocional (a través de vídeos, poesías, ma- pas, performance, etc.) lo que puede ser anexado en formato de hipervínculo al texto narrativo. Por otra parte, en la experiencia se produce una cierta “ficción de la igual- dad” entre persona investigadora y sujetos participantes. Tal como se ha se-
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