Separar para construir. Análisis cualitativo de información
118 – separar para construir. análisis cualitativo de información cargada de poder (Haraway, 1995), en la que dialogan y se articulan diferentes puntos de vista. Compartiendo el espíritu crítico, los enfoques narrativos se enfrentan a la idea de que la realidad es externa a quién la observa y que los participantes son únicamente fuentes de información pasiva. Los métodos tradicionales de “ob- servación y medición”, que permiten un “descubrimiento de la realidad”, son problematizados, poniendo énfasis en el carácter interpretativo y construido de la realidad, y en la agencia que las personas tienen al elaborar y expresar sus com- prensiones del mundo en el que viven (Esin et al., 2014). Así, durante la década de 1980, como parte del “giro narrativo”, personas investigadoras de diferentes disciplinas con bases socioconstruccionistas comienzan a usar las narrativas como una herramienta para analizar las experiencias de los/as participantes a propósito de diferentes fenómenos sociales (Schöngut & Pujol, 2015). Los enfoques narrativos asumen que la narrativa (Denzin & Lincoln, 2000) es la forma con la cual las personas dan significado a su experiencia, consideran- do a su vez que dicha experiencia no preexiste a su construcción: la narrativa es un acto performativo que produce la experiencia y su significado en el acto de formularla para una determinada audiencia (Schöngut, 2015; Cabruja, Íñiguez y Vázquez, 2000). En ese sentido, diferentes autoras (Moen, 2006; Schögunt, 2015; Riessman, 2001) señalan que el enfoque narrativo es tanto una compren- sión sobre cómo estructuramos nuestra visión del mundo en un sentido amplio, como una forma de producción de información, transformándose tanto en el método como en el producto a analizar. No obstante, dentro de la institucionalización del enfoque narrativo, ciertas aproximaciones han entendido la narrativa como una producción meramente subjetiva e individual, que a su vez da cuenta de la experiencia íntegra del sujeto que narra (Riessman, 2001). Las perspectivas críticas a esto han planteado, por un lado, el carácter heteroglósico de las narrativas, es decir, que en ellas conflu- yen diferentes voces y marcos textuales, por lo que, si bien son subjetivas, nunca son completamente del sujeto (Frank, 2012). Por otro lado, que las narrativas construyen la cultura y las estructuras sociales que habitamos, siendo importante que las narrativas no reflejen la realidad, sino que tensionen las creencias natu- ralizadas, incluyendo aquellas de la academia (Fraser, 2004). De esta manera, las propuestas más críticas del enfoque narrativo también buscan autorizar las “historias” que las personas cuentan como parte de la construcción de la realidad social, así como problematizar las “historias” que los/as académicos/as cuentan sobre ellas, con el fin de producir narrativas subversivas, situadas en contextos históricos particulares, y ponerlas en circulación para que así se re-creen realida-
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