Separar para construir. Análisis cualitativo de información
116 – separar para construir. análisis cualitativo de información Por tanto, asumir una metodología feminista, implica apostar de manera completa por una investigación feminista desde sus inicios: desde la pregunta que se busca responder y el marco epistemológico en el que se desenvuelve. Esto quiere decir, que las PN fueron pensadas para responder precisamente a formas de conocimiento situado que asumieran los diferentes puntos de crítica feminis- ta epistemológicos y éticos y, por tanto, no funcionan como una mera técnica de recopilación de datos que pueda adosarse a otras posibilidades epistemológicas, como pudiera pasar con otras técnicas cualitativas. En este capítulo, intentare- mos situar estos alcances al llevar un tipo de investigación de esta naturaleza, teniendo en cuenta que más que generar una reflexión o representación de una realidad externa, se busca una apertura en la producción de significados a través de una co-construcción teórica y en una relación articulada entre persona inves- tigadora y sujetos participantes (Montenegro & Pujol, 2003). Antecedentes: Crítica feminista, ciencia y enfoque narrativo Los debates feministas en torno a la producción científica están fuertemente mo- tivados por una vinculación entre academia y activismo, poniendo en su centro la relación entre conocimiento y política, preguntándose cómo poner la ciencia al servicio de la transformación de las lógicas de opresión, que afectan tanto a las mujeres como a otros sujetos situados en los márgenes (Trebisacce, 2016). A partir de los años 80, las críticas del feminismo sobre la ciencia han avan- zado de una reforma de la práctica científica para mejorarla, a una transforma- ción revolucionaria de sus fundamentos y contextos de valoración (Harding, 1996). Así, las reflexiones metodológicas feministas se concentran en transfor- mar el carácter androcéntrico de la ciencia, su pretensión de una objetividad neutral, de representación totalizante del mundo, y la diferencia de poder entre investigador/a y participante (García & Montenegro, 2014; Guil, 2016). A su vez, se denuncia la ineficacia de estos supuestos para la generación de herramien- tas teóricas y metodológicas efectivas para comprender la participación de su- jetos marginados en la vida social, ya que genera construcciones sesgadas sobre ellos a la vez que deja fuera el cuestionamiento del poder (Harding, 1987). Diversas académicas feministas (Haraway, 1995; Harding, 1996; Hill-Coll- ins, 1990) han señalado que la ciencia, al ser una práctica social como cualquier otra, se encuentra situada históricamente y atravesada por relaciones de poder, por lo que no es ajena a los marcos patriarcales, raciales y coloniales de produc- ción e interpretación del mundo. Lo que estas autoras nos dicen es que cuando
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