190 años de la carrera de Obstetricia de la Universidad de Chile 1834-2024

154 Más allá de los avances y su enorme uti- lidad en la emancipación femenina, el principal motor de las políticas relacio- nadas con la planificación y regulación de la fertilidad a nivel global ha sido el deseo de controlar la reproducción de las personas. En Chile, por ejemplo, las políticas de planificación familiar e incluso el aborto terapéutico (1931-1989) se instauran ini- cialmente como mecanismos para preve- nir la mortalidad materna y no con el fin de emancipar a la mujer. Este origen, más bien centrado en el control de los cuer- pos y decisiones de las personas, no tie- ne cabida en la sociedad que las nuevas generaciones desean construir. Por ende, estas y otras políticas en el área de salud sexual y reproductiva merecen ser mi- radas con nuevos ojos y adaptadas para calzar con las demandas de la sociedad actual. En este sentido, las y los matrones están llamados a acompañar los procesos de emancipación sexual de las personas, y han de cuestionar su rol histórico y futuro en esos procesos. Actualmente, la sociedad civil organizada demanda un cambio urgente en las prácticas y la asimetría de poder que se da en la aten- ción de salud sexual y reproductiva. Mas aun, se solicita también que la atención en salud sexual y reproductiva desarrolle e incorpore temáticas no reproductivas, como lo son placer, las relaciones saluda- bles, autoestima, entre otros. El tránsito de la ‘matronería’ hacia un acompañamiento más fluido y centra- do en la autonomía de las personas no se detiene en el cuestionamiento de los modelos actuales de género -si bien en la sección anterior se ha discutido la im- portancia de esta perspectiva; cada vez con mayor fuerza, nuevos grupos de per- sonas demandan ser tomados en cuenta tanto en el diseño como implementación de programas en materia de salud sexual y reproductiva. Las personas con discapacidad, por ejemplo, han logrado poner en la agenda algunas de sus necesidades en materia de salud sexual. No obstante, gran parte de sus necesidades se encuentran aún insa- tisfechas. De la misma forma, personas jóvenes y mayores demandan espacios que las consideren sin muchas veces ser grupos prioritarios de atención en salud sexual. La multiplicidad de identidades y grupos que componen la sociedad chi- lena requiere que los y las matronas se mantengan en constante capacitación y cultiven una mirada crítica y flexible de su quehacer profesional. En este sentido, los y las matronas deben mantener cons- tante cuestionamiento de paradigmas capacitistas, edadistas y de cualquier ín- dole que opriman a un grupo social y lo mantengan al margen del goce pleno de su sexualidad. El privilegiado rol profesional que los y las matronas tienen en Chile les pone en una posición de ventaja para liderar y promover discusiones en materia de sa- lud sexual y reproductiva. No obstante, este liderazgo debe cuidar no posicio- narse como quien posee la verdad ab- soluta. El liderazgo que hoy se necesita requiere generar espacios donde sean las mismas personas quienes se organicen y lideren los procesos de cambios. Nues- tra presencia en espacios de poder debe permitir que sean quienes no han sido escuchados/as quienes puedan tener un espacio para hablar. Realizar atenciones o practicar profesionalmente con una Cap. 25 Sección 3.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=