Respuesta inicial de actividades silviculturales para recuperar bosques degradados de ñirre (Nothofagus antartica (G. Forst.) Oerst.) en la Norpatagonia chilena

9 frío, continentalidad y altitud, se suman condiciones de mayor velocidad del viento y frío (Donoso et al. 2006). Estos bosques se encuentran clasificados dentro del tipo forestal Lenga como subtipo Ñirre, los que abarcan una superficie de 501.372 ha, ocurriendo 32,5% en la región de Magallanes, 37,4% en la región de Aysén y el 30,1% restante desde la región de Los Lagos hacia el norte CONAF et al. 1999). Sólo el 2% del subtipo Ñirre (10.231 ha) se encuentra representado en alguna de las áreas silvestres protegidas por el Estado. Por lo general, el bosque de ñirre es monoespecífico, sin embargo, se encuentra asociado con otras especies arbóreas a lo largo de su distribución latitudinal y altitudinal, formando bosques mixtos con roble de Santiago ( Nothofagus macrocarpa ), ciprés de la cordillera ( Aus- trocedrus chilensis ), roble ( Nothofagus obliqua ), raulí ( Nothofagus alpina ), coihue ( Nothofagus dombeyi ), araucaria ( Araucaria araucana ), alerce ( Fitzroya cupressoides ), coihue de Magallanes ( Nothofagus betuloides ) y en sitios mal drenados con ciprés de las Guaitecas ( Pilgerodendron uviferum ) (Veblen et al. 1996, Donoso et al. 2006). La estructura dominante en estas formaciones vegetacionales con ñirre es de bosque acha- parrado (55,3%), con coberturas semidensas (51,3%) y alturas inferiores a 8 m (49% de 2 a 4 m y 40,1% de 4 a 8 m). El uso más exitoso de bosques de ñirre ha sido el silvopastoral, ya que corresponde a una alternativa de producción en la Patagonia (70% de los bosques de ñirre en Argentina), la que permite obtener una producción ganadera estable, además de generar otros productos de menor valor, tales como postes, leña o madera para construcciones rurales (Peri et al. 2016). Para Chile, específicamente en la región de Aysén, se ha estimado que el 37% de los bosques de ñirre (48.785 ha) podrían tener un uso silvopastoral (Salinas et al. 2017). Degradación de bosques Un bosque degradado es aquel que ha perdido la capacidad de proveer bienes y servicios (FAO 2011). Desde un punto de vista de la dinámica de un bosque, la degradación se pue- de considerar como una condición de sucesión detenida, en que los procesos ecológicos se encuentran disminuidos y/o limitados, lo que ha sido inducido por la acción del hombre (Ghazoul et al. 2015). Los bosques degradados han sido caracterizados como aquellos que han sufrido fuertes actividades madereras, especialmente floreo, acompañadas fuertemente por quemas y/o in- troducción de ganado (Cruz y Schmidt 2007, Vásquez-Grandón et al. 2018). La estructura y la composición original de estos bosques han cambiado, muchas veces hacia un matorral arborescente, con pocos árboles remanentes del bosque original y sin valor comercial. La

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