Memorar al Porvenir. Foro de las Artes 2023

66 ١٤ ― arba’a ‘ashar رشع ةعبرا ― (14) Dice mi amigo imaginario Paul B. Preciado que: “lo propio de entidades ontológico-políticas inexistentes es precisamente no- ser-objetos, lo que no equivale a decir que sean meras entelequias, simples ideologías, estructuras simbólicas o puros conceptos desprovistos de toda materialidad. Al contrario: pese a no existir, las entidades ontológico-políticas tienen una materialidad densa. Es en este curioso paisaje ontológico-político, al mismo tiempo yermo y tremendamente espeso, hecho de objetos-que-no-existen, donde navegan les activistas (y también les filósofes) contemporánees” (2022:209). Es decir que, en términos onto-políticos, la cuestión de la identidad podríamos entenderla como aquello que: sin existir irrumpe en el dominio de lo tangible, que se vuelve visible, medible, cuantificable; aquello que —supuestamente no-existe—, pero se puede tocar. Aquello que supuestamente no-existe, pero se puede ver: “No existe y sin embargo es posible describirlo, convirtiéndose en argumento central de relatos que definen una época” (209). Como sucede con Palestina, y con la identidad palestina, hoy. A pesar de todo el ejercicio de borramiento, de la tierra y el pueblo palestino, llevado a cabo sistemáticamente por los gobiernos europeos y anglos (ya desde la Declaración Balfour, en 1917), Palestina existe. A pesar de que la discursividad del poder insiste en que no existe, Palestina y lo palestino, no solo existen, sino que son algo que se puede tocar, ver y transformar y que no deja de variar. Es una ontología política en transición y hoy está constituyendo uno de los relatos centrales para definir una época. Desde EEUU, Angela Davis ha dicho: “Palestina representa para esta generación lo que Sudáfrica representaba para las anteriores”; aquí, en Chile, Faride Zerán por su lado ha señalado: “Palestina es hoy el Vietnam de mi generación”. Para CAPÍTULO 1 - Memoria histórica y resistencia

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