Memorar al Porvenir. Foro de las Artes 2023

37 La declaración de guerra a todo un país, fue un acto de desesperación ante las demandas justificadas debido al olvido del Estado de velar por los derechos fundamentales que se merece la ciudadanía. Tal desesperación e indolencia olvidó el daño ocasionado hace 46 años —en ese entonces—, por militares, tomando la medida de sacarlos nuevamente a las calles, a las poblaciones a reprimir y a defender la infraestructura, en vez de defender al pueblo. Esto provoca el olvido, el empeño por destruir la memoria, mediante la criminalización de las protestas y negacionismo de los actos que atentaron contra la dignidad, cuerpo y vida de cientos que salieron a exigir sus derechos. A pesar de todo lo anterior, seguimos aquí: los sobrevivientes de trauma ocular, de tortura, de perdigones. Y seguiremos de pie exigiendo justicia, porque lo que aprendimos como sociedad es que la protección a los derechos humanos no puede volver a callarse, ni por dictaduras ni declarando la guerra a un pueblo que lucha por su bienestar. Este hito en la historia debe impulsarnos como sociedad a construir respeto y para recordarle a nuestras autoridades políticas que la memoria histórica es un deber para mejorar nuestra democracia, porque el pueblo seguirá exigiendo verdad, justicia y garantías de no repetición, ya que es un deber del Estado velar por estas. Los derechos humanos deben ser respetados y deben ser considerados fundamentales para que este tipo de violencia hacia el pueblo no vuelva a ocurrir. Los derechos humanos deben ser el eje que regule el respeto a la vida y dignidad de las personas, y ningún gobernador debe pasarlos por alto ni menos hacer uso de su poder para justificar por medio de la brutalidad sus intereses. La Memoria como ejercicio político

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