Memorar al Porvenir. Foro de las Artes 2023
133 tiznados representan al bosque quemado de suelo a cielo, junto a un pingüino de terracota que se fue deshaciendo a lo largo de la muestra. Hay algo estoico en enfrentar la crisis como un constructo de realidad, sobre todo porque ya no nos parece extraño. El problema de lo sublime —que podría tomarse de cierto arte romántico obsesionado con representar y capturar técnicamente al paisaje— se perfila entonces como el problema de lo digno. Si un paisaje natural es sobrecogedor, un paisaje humano ¿es necesariamente digno? … ¿O es meramente extraño? … Y ¿qué hacemos con el paisaje cultural? Podemos decir entonces que en la crisis de la realidad habitan imaginarios que no pretenden en ningún caso ser hegemónicos, son más bien eslabones semánticos donde la masa, la acción y la ausencia, flanquean a la mayoría de los conceptos con los que nos imaginamos y expandimos los significantes de una realidad radicalmente individualista. Se trata de los catalizadores que permiten hacer de los conceptos un material que abarca los extremos opuestos de una misma razón y donde la razón no es necesariamente una ideología para construir la realidad. Y es que dentro de las formas del arte siempre está la posibilidad de proponer a la obra y los procesos artísticos como mediadores de una situación crítica. ¿Será por eso que ha desaparecido la crítica de arte en Chile? La crisis del pensamiento crítico también ha echado raíces en la paradoja de una cultura de masas racionalmente estadística, y una hiperindividualización radical de la realidad. Todes son alguna masa ajena a la mía… aun así, cada une puede extrañarse de su propia dignidad. Extraña Dignidad
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