Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
Patagonia boca arriba: 500 años de antropocenización – 59 Ustedes comprenden por qué el barco ha sido para nuestra civilización, desde el siglo XVI hasta nuestros d as, a la vez no solamente el instrumento más grande de desarrollo económico (no es de eso de lo que hablo hoy), sino la más grande reserva de imaginación. El nav o es la heterotop a por excelencia. En las civiliza- ciones sin barcos, los sueños se agotan, el espionaje reemplaza all la aventura y la polic a a los corsarios (Foucault, 1967:10). 500 años de nav os antropocenizadores, importadores sustitutivos de ecosis- temas, han reducido la entrop a de nuestra biodiversidad, para dibujar una curva plana, medible en términos de ndice de Shannon por ejemplo, cifra evidente de la chatura que occidente no ha dejado de producir desde hace 500 años en estos territorios. También fue mediante nav os como se diezmaron las colonias de mam feros marinos. Mocha Dick más conocido comoMoby Dick (Reynolds, 2009) es el relato trágico de esa furia de occidente (Melville, 1851), cuyo agota- miento dio origen a la masificación del petróleo como fuente de iluminación y energ a (Chapman, 2012). Nadie ha visto tan lejos y escrito de mejor forma la vegetalidad de esa oleada aplanadora, ni la ha contrapunteado de modo tan magistral, para contraponer la originaridad con la importación. Como un Haudricort (1962) precoz, que tam- bién vislumbrara la distinción entre actitud directa positiva e indirecta negativa, ha mostrado que en la práctica de cultivo pueden leerse dos mundos: La caña de azúcar y el tabaco son todo contraste. Dir ase que una rivalidad los anima y separa desde sus cunas. Una es planta gram nea y otro es planta solaná- cea. La una brota de retoño, el otro de simiente; aquélla de grandes trozos de tallo con nudos que se enra zan y éste de minúsculas semillas que germinan. La una tiene su riqueza en el tallo y no en sus hojas, las cuales se arrojan; el otro vale por su follaje, no por su tallo, que se desprecia. La caña de azúcar vive en el campo largos años, la mata de tabaco sólo breves meses. Aquélla busca la luz, éste la sombra; d a y noche, sol y luna. Aquélla ama la lluvia ca da del cielo; éste el ardor nacido de la tierra. A los canutos de la caña se les saca el zumo para el provecho; a las hojas del tabaco se les seca el jugo porque estorba. El azúcar llega a su destino humano por el agua que lo derrite, hecho un jarabe; el tabaco llega a él por el fuego que lo volatiliza, convertido en humo. Blanca es la una, moreno es el otro. Dulce y sin olor es el azúcar; amargo y con aroma es el tabaco. ¡Contraste siempre! Alimento y veneno, despertar y adormecer, energ a y ensueño, placer de la carne y deleite del esp ritu, sensualidad e ideación, apetito que se satisface
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