Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
46 – magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes convertir a los yaganes y modificar sus modos de vida a través del adoctrinamien- to en los l mites de su establecimiento; el reducto permite llegar a pocos en un tiempo prolongado y sostenido (Nicoletti, 1998). Van ya 400 años de raptos y cacer as humanas en la Patagonia; embates ha- cia el ind gena que se manejan con encono en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras décadas del XX. La permanencia en estas estancias no detuvo la mano del cazador ni del rap- tor; esta se manifestó en otras formas, no tan misteriosas. Los ind genas fue- ron aislados y ubicados en las márgenes de los terrenos que antes ocuparan y su deceso se aceleró debido a las maniobras civilizadoras de los religiosos que contemplaban un régimen de trabajo agr cola, tejido e hilado, labores en ase- rradero, cocina, entre otros, para constituir la mano de obra de los misioneros y de la sociedad magallánica de la época. Los salesianos se hicieron además de una hacienda de ovejas y de una goleta que eran trabajadas por los ind genas de las misiones, lo que les generó el calificativo de “sacerdotes industriales” (Payró, 1908:254). Los misioneros anglicanos hac an lo propio en sus reductos al mismo tiempo que publicaban alarmados en The South American Missionary Magazine de Londres la disminución de la población más joven. Es por ello que en 1916 cierran la última de sus misiones y los pastores se convierten en estancieros. La familia Bridges, otrora misionera, es ahora dueña de las estancias Viamonte y Harberton, y emplea a los yaganes en un intento por ayudarlos a transitar hacia la vida civilizada (Chapman, 2005: 31); buscan con ello, mermar en algo su inmi- nente desaparición. La alarma es producto también de las enfermedades que reducen a la pobla- ción ind gena del territorio, fuera y dentro de las reducciones misionales. Gran parte de la población ind gena perece por epidemias de sarampión, viruela, tisis, gripe, neumon a y difteria (Chapman, 2009:24) propagadas por el uso de ropa contaminada y la aplicación de vacunas. En gran parte los más afectados fueron los más pequeños. Son los “santitos” que describe el sacerdote salesianoMayorino Borgatello en su libro Florecillas Silvestres (1920), quien ve a en la muerte y breve existencia de niños y niñas, la beatifica respuesta a que su temprana conversión les aseguraba el cielo. De los menores fallecidos, al menos tres −Markitos (12 años); José Aldobrandini (16 años) y Silvestre Canales (17 años)− fueron parte del sé- quito que viajó a la Exposición Misionera de Génova en 1892 (Borgatello, 1920). Aunque los aónikenk se mantuvieron alejados de las misiones anglicanas y salesianas, sufrieron bajas dramáticas debido a enfermedades como resfr os,
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