Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
El abedul en tierra yerma – 43 pero casi un siglo antes. Fueron sometidas a formas de control y represión que mermaron su población, pero el reconocimiento como genocidio se ha vuelto problemático dado que sucedió antes de la sanción de la carta. No obstante, hay que comprender que el neologismo es nuevo, mas no el crimen (Kuper, 1981). Entre las acciones que se llevaron a cabo como parte del genocidio ind gena podemos señalar las siguientes: La expropiación de los territorios afecta en gran medida a los selk´nam y aóni- kenk, nómades terrestres. Su finalidad era aprovechar los suelos para el incipiente negocio ganadero y expandirlo desde la Tierra del Fuego hacia el continente. La explotación ganadera se activa principalmente con el establecimiento en Gente Grande de la primera estancia de la firma Wehrhahn en 1883. De ah en adelante, las concesiones de terrenos aumentan a tal punto que para 1912 la Sociedad Ex- plotadora de Tierra del Fuego de José Nogueira y Moritz Braun es la acreedora de más de un millón de hectáreas en la isla por un periodo de concesión de 20 años (Fugellie, 2002). Esto limita el acceso de los selk´nam a sus haruwen de uso tradicional destinado a sus linajes, pues han sido invadidos por el ganado lanar. Empujados a los cordones montañosos de la isla, con escasa libertad de caza, inician el acecho del guanaco blanco, la oveja; el mayor bien de las ganaderas se ve en peligro por el hambre del nativo. El blanco, como destacar a el artista visual Ronald Kay ([1980] 2005), sigue acusando la toma de posesión; esta vez la oveja blanca es el revés de la ocupación; su persecución a manos del nativo es una forma de afrenta al estanciero usurpador. Para los aónikenk, el panorama no fue diferente. Ignorados por el gobierno de la época, pierden sus campos de asentamiento y caza, aik´n , por tanto, son desplazados de las pampas chilenas. Cacique Mulato, a través de sus réplicas al Presidente de la República, consigue generar una reserva de 1.500 hectáreas en la zona de r o Zurdo, pero prontamente los terratenientes sabotean esta empre- sa. Los aonikenk abandonan Chile y se asientan definitivamente en las pampas argentinas. Las islas en que habitaban los kawésqar y yaganes no escapan a la misma suerte. La búsqueda de oro, la caza del lobo marino y de la nutria, desencadenan la llegada masiva de migrantes con ansias de enriquecerse, pero también instan al Gobierno a desplegar asentamientos portuarios que como puntos estratégicos representar an la soberan a nacional, como en isla Navarino, hogar de los yaga- nes. En la medida en que se intensifica la exploración de los territorios, se acentúa la sobreexplotación de los recursos marinos −además de las focas y lobos, tam- bién las ballenas varadas−, lo que agravó la subsistencia de kawésqar y yaganes y
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