Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes

El primer viaje imaginario al extremo sur del globo – 389 nitorias de las comunidades y que se ajustan al desarrollo tanto desde una arista especulativa como desde un pensamiento cr tico reflexivo. Como bien se sabe el término “utop a” aparece por vez primera en el siglo XVI de la mano de Tomás Moro y su célebre nsula imaginaria. También se cree que el antecedente filosófi- co pudiese ser la República de Platón (380 a. C). De igual manera consignamos en el plano de un llamado género utópico una extensa tradición literaria donde podr amos nombrar “La Ciudad del Sol” de Campanella (1602); “Nueva Atlán- tida” de Francis Bacon (1626); ; “Icaria” de Cabet (1842); “Erewhon” (1872) de S. Butler. En su esquina contraria hallamos la distop a que se traducir a como un lugar indeseable, donde prima la degradación suprema y en que lo ideal parece reduci- do por el peso de una realidad fea y lacerante. Lo distópico ofrece una hipotética sociedad futura marcada por lacras como la dictadura, la deshumanización, la ignominia y el caos, en definitiva, un mundo de pesadillas. “Nada tiene, pues, de extraño que haya un ambiente propicio para la disto- p a, un sentimiento contrautópico generalizado, una sensación de desánimo, de pesimismo, de unámine desencanto. El elemento que refleja mejor ese ambiente es, como en el origen del género, el material imaginativo. El reino de la distop a ha sustituido, en la imagen de los fabuladores, el sueño de la utop a, y ha disuelto su deseo inicial en la desesperanza” (Núñez: 1986, p 121) En el caso de Hall, su texto atraviesa las l neas fronterizas de estas dos no- ciones pendulares y complementarias. Alter mundus et ídem se articula sobre la figura de un joven estudiante llamado Beroaldo, estudiante de la Universidad de Cambridge, quien junto a sus amigos sostiene un intenso diálogo en los jardines de tan prestigiosa Casa de Estudios. El tema que discuten es el beneficio de los viajes. En ese marco, el protagonista asume el rol del escéptico, sosteniendo que estos no albergan ninguna ventaja enriquecedora, siendo más un insumo para la frivolidad y goce del viajero, ya que en cualquier parte del mundo las debilidades y bajezas humanas tienden a repetirse. De igual manera, critica con severidad la reacción de los intelectuales ante las exageradas noticias del Nuevo Mundo. La contraparte, sus amigos, plantean justamente lo contrario y suponen que en otras tierras existen seres más virtuosos que los que conocemos y en esos confi- nes, toda la abyección depravaciones y deformaciones encuentran redención o simplemente no se conocen. Abiertamente, la discusión se centra en la posibilidad de encontrar al extre- mo del mundo un tipo de hombre que no esté contaminado por los vicios de la sociedad, un ser puro y ejemplar, capaz de cultivar los derroteros del esp ritu y la rectitud moral que el Viejo Mundo parece haber extraviado.

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