Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
348 – magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes comparten una traves a en busca de lo prohibido que no se cuestiona. En este sentido, la narración sitúa un aqu y un allá donde las normas y reglas sociales difieren en dos temporalidades diferentes: pasado y futuro: “En este pueblo na- die pregunta por el pasado de los demás. Muchos ex penados hoy son hombres respetados. Nuestros hijos van a ser libres, van a vivir una manera diferente de ser jóvenes” (21), “Ushuaia es otra cosa. En Ushuaia quiero recuperar mi vida, terminar mi casa, juntar un poco más de dinero y poner un comercio” (20). Con este gesto, la escritura convierte el castigo en posibilidad, la reclusión en utop a, doble representación del fin del mundo. “Aquel invierno de Renata Blazcovich”, desde el inicio, ubica temporal y geográficamente el relato. Se trata de un “puerto lúgubre y olvidado del fin del mundo” (25), donde “siempre llov a o nevaba, o algo. Nunca en sus viajes por Ushuaia divisó el sol” (26). Lugar caracterizado con notas negativas relaciona- das con la oscuridad, la soledad y el olvido que se asocian a la idea de estar fuera del mundo y que se mantiene constante a lo largo de toda la narración: “septiembre llegó, pero cualquier asociación con la primavera es vana. Si bien los d as se hab an alargado un tanto y en los bosques comenzaban a brotar las hojas, continuaba nevando. El leve aumento de la temperatura trajo consigo más barro” (43). En ese marco se instalan los personajes y la historia “tan pequeña y olvidada como el lugar y el tiempo en que se desarrolló” (25). El cuento gira en torno a Ar- mando Pereyra, encargado de máquinas del buque Aurora quien, tras una noche de borrachera, ha perdido su barco y debe quedarse en la isla; y Renata Blazco- vich, viuda de un ex oficial de la cárcel, hecho que la rodea de un reconocimiento particular en la comunidad. Para sobrevivir durante los meses del invierno hasta el retorno del barco, Armando comienza a trabajar para Renata y los personajes entablan una relación de la que todos saben, pero nadie habla. El callar cómplice del pueblo que el narrador menciona en forma irónica indica, como en el relato anterior, que en el fin del mundo existen ciertas libertades que en otros espacios no ser an posibles. Nuevamente dos espacios que se oponen y donde las lógicas difieren. La diferencia, en este caso, está dada por la temporalidad: la isla es sólo presente; pasado y futuro son parte del allá, de esa otra vida del personaje. Ese corte delimita los opuestos y anula la representación del espacio como posibilidad, en él sólo se puede sobrevivir. La perspectiva inicial del sujeto que observa es la de quien mira desde la le- jan a y no se siente parte de ese “páramo olvidado” (26). Sin embargo, al habitar y transitar la ciudad, comienza a asociarse con sus paisajes, objetos y personas. Nuevamente, son la cárcel y los presos las referencias ineludibles para representar
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