Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes

Miradas francesas sobre los cazadores recolectores del estrecho de Magallanes – 303 Varios canoeros llegan rápidamente, visiblemente acostumbrados a los contactos con los marineros. Los encuentros son amistosos y los intercambios numerosos. Bougainville describió sus costumbres, actividades, vestimenta, canoas de corte- za y apariencia f sica, esta última visiblemente contraria a su gusto, especialmente debido a su “insoportable hedor” (Ibid., p. 128). También observa que todos ellos tienen los dientes estropeados, lo que atribuye a su hábito de comer mariscos “muy calientes, aunque medio crudos” (Ibid., p. 129). Entre estas observaciones, se destaca el uso de arpones de hueso “de un pie de largo, afilados en el extremo y dentados en un lado” (Ibid., p.129), y de arcos de madera de calafate ( Berberis sp. ). Hay que notar que en el Museo del Quai Branly de Paris se encuentra ahora un arco atribuido a Bougainville, aunque su or gen es dudoso. En otros pasajes se menciona el uso de velas hechas con pieles de “lobo marino” (otáridos), aunque todav a se discute si se trata de una técnica tomada de los navegantes europeos. Para Bougainville y sus compañeros, son las mujeres las que recogen la ma- dera (al contrario de lo que dec a La Guilbaudière), as como los mariscos. Tam- bién ser an ellas las que reman y nadan para vaciar el agua que puede entrar en las canoas ancladas “en las algas que sirven de puerto a estas canoas, bastante lejos de la orilla” (Ibid., p. 129). Sin embargo, como en el pasado con los filibusteros, estos encuentros ter- minan trágicamente. Durante una visita a la Etoile, un joven al que le hab an ofrecido un espejo tuvo la mala idea de tragárselo. A pesar de los remedios del cirujano de a bordo (leche) y de los esfuerzos de un chamán cuyas ceremonias son descritas ampliamente por Bougainville, el joven murió en la noche y todo el grupo huyó al amanecer a pesar del mal tiempo; tras de s dejaron una canoa que estaba siendo reparada. Bougainville se lamenta de que: se llevaron la impresión de que eramos malvados; pero ¿quién no les perdonar a el resentimiento en esta situación? Qué pérdida para una sociedad tan pequeña como la de un adolescente que hab a escapado a todos los peligros de la infancia. (Ib d., pág. 134). Dumont d’Urville En 1838, Dumont d’Urville, en un viaje de exploración al Polo Sur, pasó por el Estrecho de Magallanes donde se encontró con un gran grupo de Aonikenk en Puerto Peckett en la Bah a Boucault (Dumont d’Urville, 1842). El encuentro fue ilustrado en una acuarela que representaba su campamento, el cual consist a en numerosos toldos y para-vientos; sólo el color azul de algunas de las prendas parece haber sido una invención del dibujante.

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