Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
266 – magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes dispuesto por la Asamblea General de las Naciones Unidas, cabe reflexionar sobre los imaginarios que estos viajeros y exploradores generaron y difundieron en el periodo en el que la región atrajo visibilidad geopol tica y en el que los estados argentino y chileno comenzaron a consolidar su expansión en la región. De acuerdo con Errington (2001), las prácticas filológicas europeas en contextos coloniales contribuyeron a conformar patrones de diferenciación y subordinación en espacios coloniales. Las estrategias verbales y semióticas que empleaban los pueblos para comunicarse fueron convertidas en objetos de co- nocimiento lingü stico y cultural. En ese proceso de simplificación, se redujo la complejidad pragmático-comunicativa de los usos del lenguaje al logro de la representación escrita de los idiomas y su descripción gramatical (Errington, 2008). Tal objetivación de las lenguas se realizó en sinton a con los propósitos de una lingü stica que en esos años se abocó principalmente a la reconstrucción de relaciones genéticas, para lo que requer a la atestación, el mapeo y la compa- ración de lenguas hasta entonces poco abordadas o directamente desconocidas. Entramada con los planteos de la psicolog a cultural y la etnolog a, la lingü stica en espacios coloniales categorizó generalmente sus objetos de estudio como len- guas primitivas, extrañas o pobres, y a sus comunidades hablantes, como próxi- mas a desaparecer. De este modo, la delimitación de lenguas y variedades, y la descripción impresionista o detallada de aspectos del léxico, la fonolog a y la gra- mática de las lenguas formaron parte de un proyecto cuyos efectos simbólicos y materiales trascendieron la época en que los registros fueron realizados. En cuanto a las ideolog as lingü sticas, han sido definidas por Woolard (1998: 3) como representaciones que, impl citas en las prácticas o expl citas en los discursos, circulan en cierto contexto socio-histórico y vinculan los medios de habla con la estructura social. Las ideolog as constituyen filtros interpretati- vos construidos en base a un determinado posicionamiento social y económico (Irvine y Gal, 2000; Kroskrity, 2004). Se producen, transmiten y disputan tanto en el uso de las lenguas como en la producción metadiscursiva, y también es posible visualizarlas en los esquemas que organizan las situaciones de contacto y diversidad. Por tal motivo se considera que los sitios de producción ideológi- ca pueden ser impl citos o bien manifestarse en los discursos y, desde enfoques cr ticos del concepto, que no son neutrales, sino orientadas -y eventualmente distorsionadas- por su funcionalidad socio-cognitiva en determinada situación (Woolard y Schieffelin, 1994). Estas autoras resaltan que, en los contextos co- loniales, “los lingüistas más construyeron que descubrieron variedades distinti- vas” y justificaron el tutelaje europeo en “una inadecuación formal o funcional de las lenguas ind genas y, en consecuencia, de [su] civilización o mentalidad”
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