Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes

¿Cómo creer en el Hain? Sociedad secreta y Estado fantasma – 257 mujeres, se pasa al Hain como soporte de la creencia de esos “auditorios cient fi- cos”. O dicho en otras palabras, se tratar a de la trasferencia de la creencia feme- nina en los esp ritus del Hain a una creencia cient fica en una no menos espiritual y fantasmagórica cultura selk’nam. Como vimos esta disociación del objeto respecto de sus condiciones de pro- ducción no es una exclusividad de Gusinde, pues lo mismo puede decirse de las máscaras del Hain, as como de todo aquello que deviene su propia imagen y de esta forma logra acceder al ámbito de lo venerable. Amodo de conclusión, puede ser interesante comparar este simulacro etnológico de Gusinde y la producción de su fetiche espiritual con otra forma de simulacro ritual, uno ya no espiritual sino más bien deportivo y que es descrito por el mismo Bridges y al que le agra- dezco a Joaqu n Bascopé el conocimiento. 33 Se trata del jelj, simulacro de guerra que Bridges vio llevado a cabo por dos grupos selk’nam y que explica como una forma ritual de poner término a una muy material guerra de venganzas, guerra acelerada en parte por el acceso a armas de fuego y en la que ambos grupos se hab an trabado, produciendo una mortandad excesiva, tan insoportable como insostenible. En lugar de las flechas invisibles de las que los jo’on se serv an para efectuar sus ataques mágicos, en el caso del jelj se utilizaban flechas sin punta (o más bien, dotadas de unas pequeñas bolas que escond an o reemplazaban a sus puntas), es decir imágenes, ya no mágicas sino que deportivas, de flechas despro- vistas de su eficacia mecánicamente mortal. Ambos grupos se enfrentaban as en una competencia consistente en lanzar y esquivar corriendo las flechas, y de esta forma rescataban de la guerra su imagen, es decir, su posibilidad de producir no sólo ventajas materiales sino que también simbólicas como el prestigio, y que el encarnizamiento de la guerra real en cierta forma hab a difuminado. Paolo Virno hace una distinción que puede ser útil para comparar estas dis- tintas formas del simulacro y su producción de imágenes y fetiches, distinción por la que estos, los fetiches, se oponen a las reificaciones. Reificación ser a para Virno la materialización de una relación social, pero en la que los sujetos que relaciona no ser an anteriores a la relación misma, ser an su efecto, mientras que los fetiches ser an materializaciones de la inmaterialidad de ciertos ideales abs- tractos. Por ejemplo si uno dice que los amigos hacen regalos, pero que los rega- los también amigos, la segunda proposición hace del regalo una reificación de la relación productora de amigos, mientras que la primera supone un ideal de amis- tad que el regalo materializar a, un poco a la manera en que la bandera fetichiza 33 Bridges, L. (1933). “El entierro del hacha de combate, o haciendo las paces”. En Bascopé, J. op, cit. p. 679-684.

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