Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes

xxiv – magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes de celebración, o por tratarse de testimonios de una violencia que se busca de- nunciar o reparar mediante el rescate de la memoria de los violentados? Sabemos que los monumentos de civilización siempre pueden leerse como monumentos de barbarie, y as un abedul plantado en 1918 por Gabriela Mistral en su paso por Punta Arenas (López), abedul vecino y contemporáneo de misiones cristianas y esforzadas instalaciones petroleras (Acevedo), siempre puede recordarnos otro abedul, uno que dicen aun da sombra en lo que fue un campo de concentración en Birkenau (López). Esta sombra del patrimonio o este patrimonio sombr o adquiere especial relevancia en un territorio marcado por la figura histórica del exterminio, as como por el discurso que la naturaliza mediante el mito de la extinción. Como veremos, el problema es que hasta el exterminio puede volverse patrimonio, lo que hace más urgente que nunca preguntarse por quien deber a ser su leg timo dueño… sobre todo cuando se supone que el sujeto exterminado ya no está aqu para reclamarlo. Pero antes de retomar este problema, la sombra de estas “extinciones” más o menos violentas, nos devuelve al segundo acontecimiento que vino a super- ponerse a la efeméride magallánica, una pandemia que en cierta forma resuena como el bucle de ese proceso de globalización del globo terráqueo abierto por Magallanes y que hoy sentimos como la clausura de un mundo vuelto globo del que nadie puede escapar. Carvajal y Sivori describen este encierro bajo la figu- ra aplastante de una serie aplanamientos: aplanamiento pol tico e intelectual “merced al cual se han erosionado los pensamiento dis miles, las palabras anó- malas, los saberes no ortogonales, los espacios no planos en que viven las ideas, los dioses y los fuegos originarios” y “aplanamiento ecológico, que ha reducido la biodiversidad de los ecosistemas, llenando de caballos, ovejas, palomas, vacunos, vacunas, trigo y azúcar, plástico y petróleo, pesticidas y OGM, la tierra, las aguas, el aire y hasta el fuego”. La pandemia que estamos viviendo en estos mismos mo- mentos puede leerse como un efecto más de estos aplanamientos o como una acción de su aplanadora, por la que la promiscuidad ecológica y el aplanamiento de sus distancias derivan en un aplanamiento de lo humano bajo el peso de una forzada comunidad inmunológica, la misma que padecieron los pueblos que la globalización magallánica fue involucrando, desde el siglo XVI, pasando por las mortandades fueguinas de hace un siglo, hasta nuestras mortandades de hoy d a. La globalización como aplanamiento de lo humano por un común denomina- dor inmunológico y cuya aritmética siempre ha dejado un resto: esos muertos y esas ruinas que como vimos va heredándonos la historia y que pueden incluso volverse patrimonio.

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