Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
Cantos de venganza, bailes de menarquía y cámaras masculinas – 225 industrial– en las primeras décadas del siglo XX” (Hutchinson, 2000, p. 417). Segregada como el público de las cámara masculinas aush, ona y yagán, y como una minor a en la logia chilota; reclu da en la wekun ruka, en iglesias, prost bulos y casas patronales, la autonom a de las mujeres retrocede con el avan- ce cristiano. Desde 1557, cuando comienza la captura de esclavas y esclavos en el marco de la invasión de Fuegopatagonia, se instala un cerco al poder femenino en la región, visible en escenas donde la mujer hace de público u objeto de true- que. Casa versus cámara Tal como la entendemos, la performance curandera envuelve a la doctora o doc- tor con un auditorio. En la escena actúan cantos, bailes y pintura ejecutados ya sea para la curación o para una venganza. Respecto de estas dos escenas, la escena de la cámara masculina es una comedia. Interesa retener esta ambivalencia de la performance curandera ya que, en medio de la guerra internacional y de la invasión cristiana, algunos dirigentes de la resistencia han sido idealizados como brujos: “Dicen que Kallfükurá era invul- nerable gracias a una gruta [kurümalal / corral negro] donde los viejos se hac an invulnerables si aprend an a recitar y cantar el verdadero canto de los brujos” (Koessler-Ilg, 2006: 256). Otra fábula introduce al Renüpulli, sector de cuevas con paredes pintadas en la comarca del lago Lácar, donde funciona una academia de curander a: Mi abuelo siempre sab a buscar la famosa renüpülli , la cueva de brujos que hay a orillas del lago Lácar. […] La cueva era de más o menos una cuadra de largo, igual de ancho y muy alta, que llenar a una montaña. Dentro sal an caminos, pasillos que deb an ir a otras cuevas. […] Y entonces una v bora, gorda como un brazo, llena de escamas y peluda, se le largó sobre el pecho como para ahogarlo. Pero él no supo mostrar miedo, ni cuando el bicho se le enroscó en el cuello y silbaba y le pon a la lengua cerca de la boca. Y tampoco perdió su fuerza esta vez La palabra santa espantó a la v bora y él pudo seguir andando hasta la pie- za principal, que representaba una escuela. Hab a all muchos conocidos y pa- rientes, sobre todo estaban los mellizos de la región, pero nadie se ocupaba de él, nadie le hac a caso al otro. Nadie saludaba: como desconocidos se trataban. ¡Ay, ay, ay, ay! Y hablaban todos en el Chilidugu, en la lengua de las brujas. […]
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