Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes

Cantos de venganza, bailes de menarquía y cámaras masculinas – 215 En la performance curanderil, en cambio, asistimos a un teatro de venganza más propiamente dramático. Abierta a ambos sexos, esta performance se distin- gue por la unión entre paciente y auditorio mediante la actuación de la doctora o doctor. Las pinturas, cantos y bailes curanderiles envuelven a paciente, público y doctor/a en una performance colectiva de curación o de venganza (según el caso que se trate). La magia curandera funciona si quienes asisten se ven envueltos en la performance. En la comedia de horror de la cámara masculina lo que se escenifica, en cam- bio, es el control del entretenimiento. Desde la cámara masculina se maneja la escena exterior: se fabrican y pintan las máscaras, se programan los cantos y los bailes. En el centro de la cámara masculina hay un foso o abismo hipotético, al que no deben caer los iniciados. Este abismo divide la cámara en grupos según paren- tesco y lugar de nacimiento. Por último, la separación entre actores y público de la cámara masculina es idéntica a la teatralidad cristiana u “occidental”. La performance curanderil, en cambio, se asemeja al kabuki (tradición teatral japonesa cuyo tema principal es la venganza). En el sentido de que “los fantasmas japoneses son actores, mientras que los fantasmas occidentales son públicos” (Wetmore. Jr, 2008: 75). En la performance curanderil -pintura, canto, baile de venganza- las poten- cias son singulares y ninguna se halla por encima de las demás. Por el contrario, la cámara masculina efectúa un poder superior –semejante a un “poder de estado” (Gusinde, [1937] 1986, T. 2, vol. 3: 772)–, respecto de las potencias singulares que se escenifican ante mujeres y no iniciados 9 . Sabemos que ni en la lengua yagán ni en lenguas chon se registran seres su- premos (es decir, una potencia que se ubicase por encima del resto de potencias). La cámara masculina plantea una organización del poder social diferente a la performance curanderil, que es común a mujeres y hombres. 9 La asociación hipotética de la logia o sociedad secreta a un poder supremo tuvo forma colegiada en los años 30 del siglo XX. Un colegio masculino de sociología formado en París discutía enton- ces sobre la dimensión sagrada de las sociedades secretas (Caillois & Bataille, 1938). A pesar de la sincronía colonial en la emergencia de las sociedades secretas, evidenciada en las Sociedades Secretas Primitivas de Webster (1908), las sesiones de este colegio escenifican una sociología sagrada, como antídoto a la militarización que se vive en las metrópolis europeas de la época: “el espíritu militar solo dicta el destino de las masas humanas en estado de hipnosis, unas sobre- excitadas, las otras aterradas” (Caillois & Bataille, 1938: 270). Más que un poder supremo, este colegio de sociología parece otra escena de inseguridad, entre las muchas que surgen desde el paso de Magallanes por el estrecho.

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