Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
Jemó – 149 lobero iniciado en 1790 42 . La adquisición de la dalka puede interpretarse como una simplificación tec- nológica de la canoa de corteza dado que requiere de mucho menos elementos en su construcción y tal vez de menos tiempo. La pregunta entonces es: ¿cuál es la canoa más adecuada tanto a los canales interiores como a las zonas exteriores del archipiélago Fuego-Patagónico? Fue- ran cuales fueren las canoas utilizadas en la prehistoria, no parecen haber sido utilizadas en navegaciones lejanas. A lo más, se deduce su presencia en lugares medianamente distantes aunque de navegación muy dif cil como isla de los Esta- dos o isla Noir (Fitz Roy, 1839). La etnograf a nos da una perspectiva muy reciente y dinámica y por ello no concluyente. Anne Chapman (2003) señala que tiene que haber sido la mejor solución adaptativa para la navegación en aguas interiores del archipiélago dado que conservó una identidad técnica a lo largo de una vasta l nea de costas y al menos entre dos culturas diferentes. Nosotros diferimos de Chapman y consi- deramos que es una pregunta abierta cuya exploración de respuestas requerirá discriminar entre restricciones de construcción y materia prima, de la navegabi- lidad y transporte incluso de consideraciones sociales como tamaño de grupos o familias, que suponemos constante para el análisis. No es posible descartar que los cambios que hemos podido observar, a lo largo de cinco siglos, pudieran producirse en el pasado remoto igualmente. Por ejemplo, se ha atribuido la irrupción de canoas monóxilas a la presencia de ha- chas de hierro en tiempos históricos (Emperaire, 2014). Si fuera as , también podr a haber ocurrido en sitios de canoeros tempranos en la región del Beagle y del seno Otway donde se han hallado hachas pulidas de piedra (Emperaire y Laming-Emperaire, 1961; Orquera y Piana, 1999). La detección de antiguos astilleros parece importante, toda vez que sabemos a qué altura s.n.m. se hallan los sitios arqueológicos de las distintas “tradiciones” (San Román, 2014). El mejor indicador de su presencia será el tamaño de los sitios ya que necesariamente se requieren más d as de permanencia in situ . Tal es lo que se sugiere en la mencionada bah a Easter (Fitz Roy, 1839). Incluso, coexis- ten una choza ritual y un astillero, lo que hace sentido si se hallaban obligados a permanecer durante la construcción de las canoas. Por otro lado, si lo ritual y 42 Aun cuando entendemos que el ciclo lobero comienza en el cambio a inicios del siglo XVIII con la llegada de tripulaciones provenientes de Inglaterra y Estados Unidos, creemos que su inicio es anterior con la llegada de tripulaciones originarias de Chiloé hacia mediados del siglo XVII. A nuestro juicio, estas irrupciones de caza son la causa primaria de la desaparición física de las poblaciones cazadoras recolectoras marinas de Patagonia Austral.
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