Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
Relatos desde las aguas – 85 el aprovisionamiento de leña, agua, recursos naturales como frutos y ra ces silves- tres, aves, moluscos y peces de orilla (Odone, 2013, p. 153). La paga por el trabajo de captura consist a en tabaco y “alcohol o de vino, que los loberos distribu an […], los alacalufes estaban dispuestos a proporcionar mano de obra gratuita, aun a cambiar sus pieles de foca y de nutria que les serv an de vestidos, y hasta sus mujeres” (Emperaire, 1963, p. 129). Otra modalidad de cacer a era pagar por pieles de animales que ellos capturasen, exist an en el área de los canales fuego- magallánicos puntos en donde se conven an los intercambios que suced an fuera del control de las autoridades y funcionarios estatales. Se relataba que: Los blancos hab an llevado consigo un barrilito de agua ardiente, pues, cono- ciendo la gran debilidad que tienen estos salvajes por los licores, sab an que al ponerlos en completo estado de embriaguez les ser a sumamente fácil despojar- los de todas las pieles de nutria. (Agostini, 1941, p. 46). Fue entre los años 1847 y 1848 que la colonia penal del Fort n Bulnes fue testigo de un acontecimiento importante ya que fue trasladada más al norte, a un paraje ya habitado por colonos y situado a cerca de 62 km., entre el r o del Carbón y el de la Mano. El lugar elegido fue Punta Arenosa o de Arena, o Sandy Point. El traslado se oficializó a fines de 1848. Punta Arenas era el nodo de un amplio territorio de frontera de la entonces Gobernación y Comandancia en Armas de la Colonia de Magallanes. Algunas calles, construcciones de madera, almacén para v veres, hospital y el galpón del aserradero le daban un tono sin- gular. Y a su vez, estaba ordenada en torno a la plaza central, el galpón para los confinados, además de ranchos de madera y paja de los colonos y terrenos para siembra y corrales de ganado (Odone, 2013, pp. 154-155). Los tehuelches también comenzaron a llegar a la localidad, ataviados con sus pinturas faciales y vestidos con sus capas de pieles de guanaco o quillancos , que les envolv an los cuerpos. Llegaban a intercambiar sus productos. Y en ausencia de los controles de las autoridades y funcionarios estatales, circulaban municio- nes, armas y licores caros, pero también baratos; a lo que se sumaba el comercio sexual de mujeres ind genas (Odone, 2013, p. 155). Los años de 1851 y 1877 fueron inclementes para la ciudad de Punta Are- nas, soldados y relegados se sublevaron. La ciudad por varios d as, en diciembre y noviembre respectivamente, fue el escenario de asesinatos, fusilamientos, in- cendios, saqueos y robos. El primer mot n es conocido como el levantamiento de Cambiazo y el segundo, como el levantamiento de los Astilleros. Una de las consecuencias centrales de estos acontecimientos fue que Punta Arenas dejó de
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=