Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes
84 – magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes Desde las aguas del Estado Nacional A partir de la presidencia de Manuel Bulnes (1841-1851) el fort n o fuerte Bulnes fue el centro de la Gobernación de la Colonia de Magallanes, una colonia bas- tante particular puesto que el fort n era un establecimiento penal. Se reconoce que “durante casi veinte años (1848-1867) Punta Arenas rondó los doscientos habitantes, la mayor a presos, militares y funcionarios. Funcionando de facto como un presidio, la vida civil que pretend a fundarse se trasladó a las relaciones exteriores de la Colonia Penal” (Bascopé, 2018, p.203). Las autoridades de la gobernación ten an instrucciones precisas de cómo relacionarse con los ind genas que recorr an el sector nor-oriental del estrecho, los patagones meridionales, grupos nómades cazadores de guanacos y de ñandú, que complementaban su modo de subsistencia con la recolección de frutos sil- vestres y recursos del litoral. Los tehuelches-aónikenk frecuentaban las cercan as del fort n, se asentaban con sus tolder as en las inmediaciones y efectuaban in- tercambios de productos y objetos ind genas, como mantas, pieles, plumas, carne de guanaco y huevos, a cambio de tabaco, yerba mate, azúcar y un sin número de baratijas. Además de los tehuelches-aónikenk, en el territorio hab a otras pobla- ciones ind genas, las canoeras, los kawésqar, o kawashkar, alacalufes, alakaluf o halakwulup, con un modo de subsistencia orientado al intenso aprovechamiento de los recursos marinos de las costas e islas. Sin embargo, las relaciones con éstas eran inexistentes, eran considerados como fantasmas que aparec an y se desva- nec an. Estas poblaciones se manten an alejadas del fort n, sin contacto con los habitantes del lugar, lo que acrecentaba el sentimiento de temor hacia ellos. Lo que además estaba potenciado por los juicios severos que circulaban sobre ellos. Estos eran considerados los pueblos más primitivos de ese sur sur magallánico, con sus cuerpos deformes, sus vidas perversas y malignas, eran acusados de cual- quier acto de violencia y sangre que all se comet a (Odone, 2013, pp.150-153). Los canoeros ten an tratativas con las embarcaciones de foqueros norteame- ricanos y cazadores o loberos ingleses que llegaban al territorio mar timo fuegui- no en el contexto de la explotación comercial intensiva de mam feros marinos y cetáceos. La caza de ellos, desde las primeras décadas del siglo XIX, era una actividad altamente rentable que respond a a la creciente demanda de los merca- dos de Europa, China y Estados Unidos. Eran mercados que, de forma intensiva, demandaban aceite, grasa, pieles y cart lagos extra dos de esos animales. Toda esa fauna tempranamente representó un plus valor en los mercados mundiales. Los canoeros eran utilizados como mano de obra dado su conocimiento preciso sobre la ubicación de esos animales. Y sus islas y canales eran aprovechadas para
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