Magallanes 1520-2020: historias, pueblos, imágenes

Relatos desde las aguas – 83 La expedición de Sarmiento, conformada por las embarcaciones Nuestra Se- ñora de Esperanza y el San Francisco , zarpó en octubre de 1579 del puerto de El Callao con la misión de explorar las costas del estrecho y hacer una relación de sus recursos. Una vez que las tareas se cumplieran, una de las naves ten a que diri- girse a España para informar al rey. La otra nave deb a volver a la Ciudad de Los Reyes e informar de la gestión al virrey. Ambas embarcaciones entraron al estre- cho en enero de 1580 por el mar del Sur. El San Francisco tuvo problemas al des- atarse un fuerte temporal. Sarmiento, al mando de Nuestro Señora de Esperanza , logró salir por la boca oriental del estrecho, hacia el mar del Norte o el Atlántico. Sarmiento recorrió esas aguas durante casi dos meses. Las cosas no fueron fáciles. El hambre, los temporales y el fr o estuvieron en su contra. Mas logró el reconocimiento de las costas de ese sur sur. Para Pedro Sarmiento de Gamboa esa era una tierra sin montes, con muchas madrigueras de conejos como los que hab a en Castilla. Era también una tierra donde divisaron muchos humos, habi- tada por poblaciones que llamaron gente grande, y que vest an con pieles de un animal, para ellos, semejante a la vicuña. Humos, fuegos, hogueras, gentes grandes y bravas, pintadas y furiosas, que emit an alaridos, y que se vest an con pellejos de pieles de animales que se pare- c an a otros animales fueron imágenes constitutivas de la estética fueguina del estrecho durante gran parte de los siglos XVI y XVII. Y junto a esa estética de lo humano se fue levantando la estética de la naturaleza fueguina formada por la viva luz de las estrellas, por aguas donde saltaban todo tipo de peces y nadaban abundantes animales marinos, por tierras llenas de maderas de cedros, aguas dul- ces y bah as muy adecuadas como fondeaderos. Las tierras del estrecho eran pro- ductoras de buenas hierbas, los veranos casi no ten an noches y los inviernos eran sin sol. All hab a montañas muy altas siempre cubiertas con nieve. La navega- ción por sus aguas era peligrosa, las tormentas pod an durar d as, los oleajes eran inmensos y los fuertes vientos romp an las velas de las embarcaciones europeas. Desde las aguas del estrecho se fueron levantando arquitecturas de tipos humanos y naturalezas ejemplares, a la altura de un espectáculo maravilloso y grandioso. De un lado, la cultura, y de otro lado, la naturaleza. Esas arquitecturas eran dos volúmenes completamente diferenciados. El mundo fueguino no era humano ni naturaleza.

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