El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

100 El tejido de la memoria Una visita inesperada, que nos dirigió unas palabras de alien- to, fue la del Cardenal Silva Henríquez. En otra ocasión, durante el atardecer, nos hicieron “marchar” hasta el velódromo con militares apostados y apuntándonos en ambos lados del camino. Pasamos la noche allí y de vuelta a la galería norte. Un episodio inolvidable, que nos subió el ánimo, fue cuando cantamos. Un día tibio de octubre, cuando estábamos tomando sol y conversando, una persona de la galería sur empezó a cantar. Se hizo silencio y todos aplaudimos cuando terminó la canción. Al día si- guiente, más o menos a la misma hora, el cantante comenzó: “Pien- sa que la alambrada solo es un trozo de metal, que nunca te puede detener las ansias de volar.” Poco a poco empezamos a acompañarlo. Y se produjo un momento mágico cuando todos cantamos con el alma: “Libre, como el sol cuando amanece yo soylibre, como el mar. Libre, como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar…”. Después de eso, ya no dejaron cantar a nadie más. Un día, ya en mi casa, mostraron en la televisión un acto surrealista y grotesco. Nada menos que a los cuatro miembros de la junta militar, con rostros amenazantes y lentes oscuros, marchando juntos al compás de la canción “Libre” de Nino Bravo. Nunca supe por qué me mandaron para la casa. Pregunté discretamente a los que podrían haberme ayudado y nada. Nadie sabía. Treinta años después, mientras estaba en el descanso de una capacitación a profesionales de una empresa eléctrica, el gerente me pidió que fuéramos a tomar café a su oficina. Allí, me mostró un cuadro que era la foto de un general del ejército vestido de gala con todas sus medallas y su sable. Ricardo, el gerente, con quien fuimos compañeros en el programa de magister en ingeniería, me preguntó si conocía a esa persona. Yo no sabía quién era. Entonces, me dijo: “Es mi padre, ya fallecido. Él te sacó del Estadio”.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=