El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

94 El tejido de la memoria En Siam estaban casi todos los trabajadores, el administra- dor de apellido Pincetti y el contador auditor de nuestra oficina. Esta empresa, Siam di Tella, era antigua, había sido creada por un grupo industrial argentino y fue vendida a la CORFO en un proceso nor- mal de negocios. Allí estaba todo tranquilo y decidimos quedarnos. Desde ese lugar, hablé con mi familia y mi novia, todos estaban muy asustados. Hasta ese momento, ya entrada la tarde, no sabíamos lo que había ocurrido en el palacio de gobierno. Supimos que se había decretado toque de queda y nos quedarnos en Siam hasta el día siguiente. Durante la tarde, antes del toque de queda, vino la esposa de Marcelo, Susana. Los vi hablar a través de la reja hasta que ella se fue. Antes del toque de queda, se fueron varias personas. Horas después de iniciado el toque, nuestro contador auditor saltó el muro que daba a la calle detrás de la fábrica. Después supe que llegó bien a su casa. Al caer la noche, en la radio se podía escuchar emisoras ar- gentinas y uruguayas. En una de ellas, se informó que el presidente Allende había muerto. Esa noche, en una sala a oscuras y solo, lloré como nunca lo había hecho. El miércoles 12 antes del mediodía llegó un piquete de ca- rabineros con un oficial a revisar la fábrica. Todo muy cordial. Se pasearon por todas partes y, cuando se iban a retirar, llegó un desta- camento militar. Estos nos hicieron salir y sentarnos en hileras afue- ra de la reja. Un oficial del ejército fue observándonos uno a uno. Cuando estaba frente a mí, me hizo levantar e ingresar a la fábrica. Al interior del galpón, me puso un fusil en el pecho y ordenó que le dijera dónde estaban las armas. Mirándolo a los ojos, le respondí que no teníamos armas y que podía revisar lo que quisiera para compro- barlo. Me creyó y comenzamos a volver con el resto del grupo.

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