El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

79 50 años del golpe de Estado en Chile –Ciento veinte. –Pero por Dios, joven– la señora de don Nelson salió del mesón–. ¿Son todos para usted? –Sí, señora. –Tenga cuidado, hijo. Mire que puede sufrir un síncope. No teníamos idea lo que era un síncope. El Tristán de la Fuente dijo que salía en la Odisea. –Idiota, ese era un cíclope– aclaró Vincens. –Ya pues, Vincens, ponte uno para que veamos– dijo el co- lorín Rogers. El ciego se bajó el pantalón. –Hay que abrirlo antes, soplando, así, ¿ven? Limpia y diestramente, sujetó su pirula con sus dedos largos y la goma entró. Estábamos todos tan frenéticos, que el Topo decidió un pe- queño cambio de programa. En vez del paseo por el Museo de Bellas Artes, iríamos al cine a ver “Y Dios creó a la mujer”, la coproducción franco-italiana, con la Brigitte Bardot. Hubo gritos de rra, rra rra, el Topo es el mejor, el mejor, el mejor. De pronto, nos quedamos mirando a Vincens, que, serio, do- blaba su servilleta. –Qué– dijo él–. ¿Creen que no sé francés? La película de la B.B. fue gozada, respirada, aullada, humede- cida. Desde su asiento, Vincens explicaba el argumento a los dema- siado impacientes para leer los subtítulos. El Pinzón Illanes, nuestro crédito sexual, bufaba en la oscuridad, repartiendo saliva y sonidos guturales. Casi nos echan por su culpa. El Topo dormía una siesta etílica en la última fila, la de los atraques. Más tarde en el Bim Bam Bum quedamos absortos sin poder separar la vista de las tetas de las coristas y de las uñas de sus pies, de color sangriento, que parecían filetear el aire con zarpazos.

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