El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

63 50 años del golpe de Estado en Chile un calzón rojo, la cara de Max, la pobre Dulce esperando la bici. ¿Dónde se habrá ido el Ramón? A medida que el reloj engullía los minutos, la ausencia de Ramón se ensanchaba plagada de especulaciones que iban apagando cualquier ilusión de fiesta. Finalmente, la angustia disipó la conciencia brumosa de Adelita y partió con sus dos hijos a preguntar al regimiento. Nadie tenía la más mínima noción, o eso dijeron, de por qué Ramón había desaparecido sin dejar rastro. Solo uno, Willy, su amigo entrañable y dueño de la cantina, sabía lo que había ocurrido realmente. Al volver a casa, esa triste noche de Navidad, Adelita mandó a sus hijos a dormir y volvió a mirar el regalo de Ramón; en realidad no le sorprendía. Se sirvió un vaso de aguardiente y recordó el gusto de su marido por las “niñas” de la Casa Fucsia, sobre todo por una: Bambi, a la que había sacado del prostíbulo instalándola en una semiderruida casa de adobe, que también servía de local para una pequeña imprenta. Ramón no tenía mucha educación formal, pero era un gran lector que siempre soñó con escribir, como nunca pudo, le gustaba verse rodeado de libros, más bien de letras. Era un secreto a voces que él y la Bambi, cada uno con su especialidad, mantenían esa imprenta de donde salía un diario local, con las peripecias y chismes de la semana. Es cierto, Adelita pasó un tiempo lloriqueando por los rincones, pero luego, luego, el humillante hecho se convirtió en un alivio, un signo de liberación para ella y su amante: el alcohol. Unos días después, Adelita se encontró con Bambi en el bar de Willy y le entregó el regalo a su verdadera destinataria, con la esperanza de conseguir alguna información de su marido. –Gracias, Adelita– le respondió Bambi y se pusieron a conversar. Bambi tampoco tenía idea de nada, eso le dijo, y terminaron a risotada limpia tomándose unas cañas de vino. Después, Bambi se sacó la chauchera del escote para pagar y se fue con su solera casi transparente, su pelo rojo desafiando al viento y balanceando sus