El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile
59 50 años del golpe de Estado en Chile Un oficial me hizo señas para que fuera a detenerme a donde él estaba, mientras otros uniformados me apuntaban desde la distancia. Mi calle estaba media cuadra antes de llegar a ellos y doblé, tan rápido como pude, me bajé y me sumergí en mi edificio. Estaba en casa. La tarde y la noche Vivía en un tercer piso con una muy amplia vista hacia el poniente. Tomé mi mapa de Santiago, lo clavé en la mesa de comer en el punto donde se ubicaba mi edificio y lo roté alineándolo con la cumbre del San Cristóbal. De ese modo sabía que lo tenía perfectamente bien orientado. Así es como pude estimar, por ejemplo, que los aviones que estaban picando y disparando, lo hacían contra sitios que estaban en la zona sur de Vicuña Mackenna (que llamaban el cordón industrial en aquella época). Eran aviones más anticuados y pequeños que los que había visto sobre La Moneda. No había estelas de cohetes, de modo que sospecho que disparaban con ametralladoras de ala. Había ruido de disparos desde diversas direcciones y también se escuchaba una que otra explosión más fuerte de vez en cuando. En algún momento de la noche comenzó una balacera que, por su intensidad y cercanía, pensé que era en la base de mi propio edificio. Solo cuando me acerqué muy agachado a la ventana pude darme cuenta que estaban muy cerca, pero al sur de mi edificio. Posiblemente era en una residencia que tenía la embajada de Cuba, en una pequeña calle lateral. Era allí donde, a mi llegada, había visto esos camiones atravesados. Esa noche fui despertado por los gritos de mis vecinos, un matrimonio de periodistas de la agencia soviética de noticias TASS. Se los estaban llevando. Tenían un niño y lo que ella más gritaba era algo sobre su niño. A través de la pared común podía sentir carreras y un mueble pesado que se volcó.
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