El tejido de la memoria: 50 años del Golpe de Estado en Chile

57 50 años del golpe de Estado en Chile silencio mirábamos con incredulidad y zozobra lo que estaba ocurriendo. A mi lado poco a poco varios comenzaron a sollozar. El tercer par de cohetes produjo una vibración aun mayor. Ciertamente que estaban usando cohetes de distinta capacidad. Al poco rato una columna de humo gris claro se elevaba desde La Moneda a gran velocidad, lo que indicaba temperatura muy alta. Una joven profesora de química no se pudo sostener en pie y continuó sollozando en el suelo muy pausadamente, hecha un ovillo, como si se estuviera apagando. ¿Qué hacer? Bajé en busca de alguna indicación. La biblioteca estaba en el segundo piso y un grupo estaba tratando de llevarse nuestra fotocopiadora (eran bien pesadas en esa época). Para la resistencia, me decían. Tuve que discutir largo con ellos y, finalmente, me dejaron regresar la máquina a su sitio y cerré lo mejor que pude. Después supe que se llevaron máquinas de escribir, material de escritorio y otras cosas. Atravesaba el patio cuando se me acercó un pequeño grupo de funcionarios. Me pidieron que les escondiera sus carnets que los acreditaban como miembros del Partido Comunista. Tomé el lote y regresé solo a nuestra biblioteca (siempre he tenido llaves de ella) y busqué un estante donde estaban unos pesados e inútiles informes nucleares gringos de los años cincuenta que nunca nadie había mirado y, buscando no alterar el polvo que los acompañaba ni dejar huella de movimiento algunos, los coloqué detrás. En la primera oportunidad después del golpe me los pidieron y los arrojaron a una de las muchas misteriosas fogatas que había en los patios. Hubo más reuniones y se acordó que ante este salvajismo no podíamos suicidarnos. No habría toma. No faltaba mucho para las tres de la tarde en que comenzaría el toque de queda y cada cual debía regresar a casa.

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